La bicicleta eléctrica gana enteros

El mercado de bicicletas vive un momento dulce. Después del confinamiento y en plena desescalada en 2020, las ventas se dispararon y llegaron a cifras que nunca se habían alcanzado. Esto propició la llegada de nuevos deportistas y aficionados que quisieron sumergirse en una modalidad tan exigente como agradecida cuando el entrenamiento comienza a dar sus frutos. Tal fue el crecimiento y demanda de este medio de transporte, que todavía hoy resulta complicado hacerse con algunos modelos e incluso las piezas de recambio más específicas escasean algunos meses. El sector de las bicicletas eléctricas no ha sido ajeno a esta tendencia creciente de manera constante y que el año pasado explotó definitivamente. El avance tecnológico es imparable y no solo se construyen modelos mucho más ligeros y potentes, sino que también comienzan a diseñarse algunos que apenas se diferencian de una bicicleta convencional. Evidentemente, el precio influye en los acabados y rendimiento, pero desde un modelo más básico pueden disfrutarse y observarse los beneficios de un medio de transporte que no busca evitar el esfuerzo, sino canalizarlo para adaptarlo al usuario. Y es que existe la falsa creencia de que la bicicleta eléctrica elimina el esfuerzo y la capacidad de desarrollo del ciclista. Nada más lejos de la realidad ya que si bien es una ayuda en momentos concretos, llegados a un cierto punto de esfuerzo el motor se desconecta (están limitados por ley a 25 kilómetros por hora) y es el propio deportista el que ejerce fuerza. Además, existen varios niveles de potencia del sistema asistido, de cara a que sea el propio usuario el que controle este mecanismo que ha servido, por ejemplo, para que aficionados a la bicicleta más veteranos o con menos horas de entrenamiento que sus compañeros de ruta sigan saliendo a rodar con ellos sin el temor de ser un lastre o de quedarse atrás. En ese sentido, son muchos los que han decidido incorporar este modelo o sencillamente sustituir al convencional para continuar practicando su deporte favorito, ya sea en carretera o por las pistas de la provincia. Esta polivalencia y amplio catálogo de modelos se amplía si se habla de bicicletas consideradas "premium", como la que recientemente ha adquirido el bicampeón del mundo (grupo N y F2) y varias veces campeón de España de rallys, Chus Puras, en Ciclos Moure (situado en la calle Noriega Varela de la ciudad). El cántabro, aficionado a las dos ruedas, también al motociclismo (incluso participó en el Dakar en moto) y visitante habitual de la provincia de Ourense, recogió esta semana su última adquisición, una Scott Genius Eride 900 Tuned, una bicicleta de montaña con un motor Bosch y una autonomía superior a los 100 kilómetros (ampliable mediante un sistema complementario externo a los 175 kilómetros) gracias a sus 625 watios. El cuadro es de carbono y la suspensión, de la marca FOX, tiene un recorrido de 160 milímetros en la parte delantera y de 150 en la trasera, en una combinación perfecta para el descenso. En cuanto al cambio, es un SRAM X01 Eagle de 12 velocidades y monoplato, mientras que los frenos son Shimano de disco con pinzas de cuatro pistones, más que suficiente para detener el conjunto en cualquier situación.