Sobre los hombros de Jesús Miguel Varela González recae la seguridad de la edición 56 del Rally de Ourense. Sobre sus hombros y sobre la del resto del equipo de seguridad. “Cada vez que acaba una edición me digo ‘para el año que viene lo dejo’. Pero ahí sigo, hasta que me echen”, precisa, guasón.
¿Qué es lo primero que le vino a la cabeza nada más acabar la carrera del 2022? “Que hay que mejorar, en todo, siempre. Para mí salió todo muy bien, pero siempre hay errores. Y hay que corregirlos. Y surgirán otros”, contesta.
“Trajo cola aquel titular de hace un año, lo de vivir en el alambre, cuántos comentarios de cafetería. En la seguridad de una carrera como el Rally de Ourense cuentas con mucha gente, el noventa por ciento de ella trabaja desinteresadamente, con lo que no la puedes apretar, no es como si fuese un empleado tuyo. Exigirla puedes lo justo. Imaginemos que uno se duerme la noche anterior a la prueba y no aparece por aquí, ¿qué haces? No digo que pase, pero podría pasar. Es verdad también que el rally cada vez está más profesionalizado”, relata Varela González, bombero de profesión. “Si escoges esta profesión sabes que el riesgo está ahí, más allá de que te guste o no te guste. Miedo no puedes tener nunca, ni como bombero ni como jefe de seguridad del Rally de Ourense. Otra cosa es el respeto, respeto sí, el respeto siempre está ahí”, añade.
Porque lo que más le gusta de la carrera ¿es? “Con el corazón en la mano, este rally me tira desde la niñez, desde Reverter, desde Coleman. Me siento muy unido a la carrera, la defiendo, el cariño es tremendo. También te quita cosas, claro, muchas horas de sueño, de estar con la familia, con los amigos, de pasarlo bien. Un mes antes ya vives como fuera de tu entorno, estás completamente centrado en el rally. El cariño lo compensa todo, lo sentimental. Gracias al rally he hecho muchos amigos, es bonito de escuchar que te den la enhorabuena porque todo ha salido bien”.
“El Rally de Ourense significa mucho trabajo, es lo primero que dices, uf, cuánto trabajo. Pero también muchos sentimientos, mucha pasión también. Estoy aquí por pura pasión”, recalca Varela González, pendiente ya del marcaje de las carreteras”.
La gloria se la lleva el piloto que sube a lo más alto del cajón, ¿siente envidia? “Ninguna. Es curioso, en otras modalidades sí, pero en los rallys de asfalto no. ¿Por qué? Porque yo soy más de montes, de aventura. Mi sueño es hacer algún día el Dakar, a esos pilotos sí los tengo envidia”.
Porque anterior a la ceremonia de entrega de trofeos está una carrera en la que todo ha salido bien, ¿verdad? “Ése es mi trabajo y el de otras setecientas noventa y nueve personas más”, zanja.
Acaba el rally, ¿qué es lo primero que le apetecería escuchar? “Que enhorabuena por un trabajo bien hecho. Pero también me gustaría que me dijesen los fallos que hemos cometido, las críticas, siempre que sean constructivas, las recibo encantado. Al final, palmaditas en la espalda nos gustan a todos”, acaba el jefe de seguridad.
