Los obreros que trabajan en la rehabilitación del castillo de Monterrei pretendían usar la iglesia como vestuario. El párroco de Monterrei puso el grito en el cielo y advirtió de que el templo 'es un lugar de culto'.
Los trabajadores de la empresa Dragados que están rehabilitando el castillo de Monterrei, pretendían convertir la iglesia de Santa María -fue construida en el siglo XIII en estilo románico de transición al gótico- en vestuario para cambiarse de ropa al iniciar o finalizar la jornada laboral.
El sacerdote, Pedro Blanco López, encargado del templo, en el que celebra misa a diario, se lo impidió advirtiéndoles a los responsables de la empresa de que el templo 'es un lugar de culto'. Es más, el religioso colocó un cartel en la puerta en el que se puede leer: 'Este lugar está dedicado al culto y no a otras cosas'.
Pedro Blanco considera que el templo no es el lugar más apropiado para cambiarse de ropa al final de la jornada de trabajo, máxime cuando en el interior se custodian tallas y retablos de alto valor artístico. 'Cuando hacen una obra en una carretera deben colocar infraestructura para cambiarse, no hay iglesias, no sé por qué aquí pretendían utilizar el templo como vestuario y para guardar las herramientas', explicó, recordando que la semana pasaba tuvo que celebrar un funeral, al que acudió numeroso público.
Los operarios tienen en la actualidad todo el castillo cubierto de andamios, quedando libre la iglesia y su entorno, que permanece abierta a los turistas y vecinos. Es más, el sacerdote logró que se mantuviera en servicio -en un principio estaba cerrada igual que el resto del castillo- dada la afluencia de visitantes.
Eso sí, el religioso permitió que se guardaran en su interior todas las obras que estaban expuestas en el museo de la fortaleza. Junto al templo, la empresa, que se vio obligada a improvisar vestuarios a modo de casetas en el exterior del castillo, también colocó varios escudos de armas que fueron retirados del interior y paredes del castillo para que no resultarán dañados a causa de los trabajos de rehabilitación
El sacerdote, Pedro Blanco López, encargado del templo, en el que celebra misa a diario, se lo impidió advirtiéndoles a los responsables de la empresa de que el templo 'es un lugar de culto'. Es más, el religioso colocó un cartel en la puerta en el que se puede leer: 'Este lugar está dedicado al culto y no a otras cosas'.
Pedro Blanco considera que el templo no es el lugar más apropiado para cambiarse de ropa al final de la jornada de trabajo, máxime cuando en el interior se custodian tallas y retablos de alto valor artístico. 'Cuando hacen una obra en una carretera deben colocar infraestructura para cambiarse, no hay iglesias, no sé por qué aquí pretendían utilizar el templo como vestuario y para guardar las herramientas', explicó, recordando que la semana pasaba tuvo que celebrar un funeral, al que acudió numeroso público.
Los operarios tienen en la actualidad todo el castillo cubierto de andamios, quedando libre la iglesia y su entorno, que permanece abierta a los turistas y vecinos. Es más, el sacerdote logró que se mantuviera en servicio -en un principio estaba cerrada igual que el resto del castillo- dada la afluencia de visitantes.
Eso sí, el religioso permitió que se guardaran en su interior todas las obras que estaban expuestas en el museo de la fortaleza. Junto al templo, la empresa, que se vio obligada a improvisar vestuarios a modo de casetas en el exterior del castillo, también colocó varios escudos de armas que fueron retirados del interior y paredes del castillo para que no resultarán dañados a causa de los trabajos de rehabilitación
