Lucha contra el coronavirus

Resignación en Laza y Cualedro: "Unha tristura ver as rúas sen veciños, que será de nós!"

photo_camera Silencio en A Picota ante el cierre perimetral. (Vídeo: C.C.)
Los vecinos de Laza y Cualedro resisten ante el cierre con los ánimos bajos, anhelando libertad.

Mientras todos los municipios de Ourense celebran el fin del estado de alarma, los vecinos de Laza y Cualedro -en la comarca de Monterrei- se resignan al cierre perimetral y a respetar el toque de queda, debido a la incidencia del covid-19, que los mantiene en el nivel máximo de restricciones, privados de la libertad que vivieron el resto de ourensanos el sábado noche. 

Los vecinos de estos concellos amanecieron  con un panorama desolador: lluvia, bares cerrados y calles vacías. Encontrarse con gente por la calle era tarea ardua, y es que los pocos vecinos que se dejaron ver por ambos municipios explicaban que "a xente ten medo e queda na casa". 

En Laza, que lleva una semana bajo el nivel máximo de restricciones, un brote de covid-19 provocó que sus vecinos no salieran de casa nada más que para las tareas esenciales o, como fue el caso, para ir a misa: "Hoxe eramos moi pouquiños na misa comparado con outros domingos, a xente non quere sair e non se arrisca", cuenta Rosa, una lazana que, con desolación, lamenta la situación, ya que "ademais aquí, maioritariamente, os veciños somos maiores, e é moi triste non ver a ninguén pola rúa".

Con ella concuerda José Fernández, otro vecino que se dejó ver por el municipio, que no sabría explicar cómo se sienten ya que "non se ven veciños pola rúa". Las calles vacías hacen que Carmen, que salía de misa por la mañana, se desespere ante la situación: "É unha tristura ver Laza sen veciños, esperemos que mellore a cousa, porque se non, madre mía... que será de nós!".

Además, Laza mantiene todos sus bares cerrados. Todos ellos optaron por bajar la persiana y no trabajar con el servicio para llevar, algo que en Cualedro, en cambio, no sucede. 

Calles desiertas en Cualedro

Aunque las calles de este último concello también están desiertas, había un bar abierto, "máis que nada porque teño loterías", cuenta Isabel Salgado, la dueña del establecimiento, que destaca que sus vecinos ya están cansados de la situación. Y es que Cualedro registraba este domingo siete casos activos, y como explica enfadada y disgustada Salgado, "moitos deles teñen o médico aquí pero viven noutros concellos, que están abertos e nós cerrados, non ten xeito ningún".

Desde el pasado 19 de abril, el concello de Cualedro permanece bajo el nivel máximo de restricciones, algo que afecta a los vecinos, sin un lugar en el que poder tomar un café en un día lluvioso. "A xente está cabreada, moi queimados coa situación, e é normal, pero esperemos que para a semana cambie a cousa e poidamos ter algo máis de liberdade", suspira Salgado.

Como ella, un joven vecino de Cualedro lamenta la situación y confía en que para la semana cambie "a cousa, porque onte deume rabia ver á xente celebrar o fin do estado de alarma e nós sen poder facer nada, pero hai que aguantar", cuenta Iker Pérez.

Así, entre pena, miedo e incluso enfado, los vecinos de estos municipios anhelan libertad,pero eso sí, como remarca la lazana Rosa, sin olvidar que "o máis importante é coidarnos a nós mesmos para poder coidar a todo o mundo".

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