El Entroido también llegó este sábado hasta las zonas de la montaña ourensana. En Cualedro, a pesar del frío, los incondicionales de esta fiesta, llegados desde distintos puntos de la península, bailaron y disfrutaron como siempre.
En Cualedro hay quien no perdona el Entroido y contagia su sentimiento al resto. Con frío, calor, nieve, lluvia o sol, los incondicionales -algunos llegados de Bilbao, de Madrid, de Baiona o de Ourense- no fallan al ritual del Zarramoncalleiro, a la parodia y al “entroidar” con lo que uno se puede encontrar por casa. Y es que en carnaval todo vale, pero cuentan los lugareños que en Cualedro había que disfrazarse “tapando a cara” o con “roupa vella” y dejar volar la imaginación.
Después de un año sin Entroido, así lo hicieron muchos: desde las “Rigobertas”, hasta las “labregas” de toda la vida que se congregaron en la plaza de Portugal para disfrutar del día de fiesta.
Tampoco faltaron los Zarramoncalleiros que, si el viernes compartían desfile con las Madamas y los Galáns de Carzoá, así como con las Mázcaras de A Xironda, dejando una imagen única; este sábado, desde las 12,30 de la mañana, hacían suyas las calles cualedresas combatiendo el frío y animando a todos a disfrutar del Entroido. La tradición de este personaje pasa por recorrer en grupo el pueblo e ir haciendo paradas en las distintas casas, en donde se le invita a tomar algo o a comer. Precisamente uno de los puntos de avituallamiento era un “centro de vacinación”, aunque, en este caso, la dosis tenía forma de chupito de licor café.
Tras el parón para comer en grupos, la fiesta se retomó esta tarde frente a la Casa del Concello. Allí la Discoteca Móvil Deluxe anima el carnaval.