Testimonios del incendio en Verín: “Seica o demo anda solto”

Un humo negro eclipsó al sol ayer en Verín. Sonidos de sirenas, lluvias de ceniza y un suelo que quemaba era el escenario apocalíptico de un incendio, provocado, que llevó el terror y la ira a los vecinos de la villa del Támega y sus alrededores.

Imágenes de las llamas en varios focos de Verín

Caos. Esa es la palabra que definió la situación que se generó en Verín pasadas las 15,00 horas de ayer. Llamas en tres puntos distintos a escasos metros. Todas ellas entre casas. En poco más de media hora se decretó la situación 2 por la proximidad del fuego a las viviendas de Ábedes y el barrio del San Antón, en el Concello de Verín.

De pronto, una bombona de protano estalló. Una calle abajo, un gato maullando lleno de sangre. Y al cruzar la carretera, una granja en la que sus caballos y ovejas fueron víctimas del pánico. Gente llorando y gritos de impotencia. Perros asustados y muchas manos a la cabeza.

Así comenzó lo que sería un día negro en Verín y comarca. El aire no ayudó. Las llamas llegaron a la fábrica de Augas de Sousas: “Aquí chamamos e tardaron máis de media hora en chegar, cando xa estaban ardendo todas as caixas”, contaban. La situación era espeluznante, los medios no llegaban a todos lados y las manos de vecinos y visitantes también apagaron el fuego.

Y de repente se divisaron columnas de humo en Feces de Abaixo, A Salgueira, Caldeliñas, A Rasela, Vilela, Queirugas, Tintores (Verín) y Vences (Monterrei). Los medios no llegaban, la situación era incontrolable, el aire no daba tregua y el suelo quemaba. “Hai que ser mala xente”, decían suavemente algunos por la intencionalidad de los fuegos, próximo a viviendas y negocios. En A Rasela un vecino venía con su perro de una vieja fábrica: “Iso dame igual, que arda, o meu can xa está conmigo”, lamentaba. En Caldeliñas y A Salgueira los cubos de agua corrían de mano en mano. En Tintores fueron los jóvenes los que apagaron el fuego. Las sirenas y el sonido de los helicópteros llenaron la villa del Támega del sonido más horripilante del verano.

Cuando parecía que el peligro se alejaba, el aire comenzó a soplar de nuevo para Ábedes, esta vez para la parte alta del pueblo. La angustia volvió a reinar en un pueblo en el que ya no había luz ni agua. Encima de la gasolinera, una casa se tiñó de color ceniza. El fuego atravesó la autovía y comenzó a comer territorio del Concello de Vilardevós, próximo a Bemposta y A Veiga das Meás. La noche cayó, los helicópteros marcharon, pero la calma no llegó. Conciliar el sueño era difícil. “Esto é unha organización criminal, seica o demo anda solto”, lamentaba un vecino lleno de ira, quien no olvidará la tarde de ayer en mucho tiempo, como todos los vecinos de Verín.

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