El Concello de Carballiño creará su propia unidad de trabajadores para la erradicación de las palomas del centro urbano. Se encargará de realizar la captura, posterior traslado de las aves y, además, el futuro mantenimiento de las mismas en lugares que no causen perjuicios. El departamento de Medio Ambiente solicita autorización a la Xunta y gestiona los permisos pertinentes.
A la vista de las incomodidades que están ocasionando de forma constante las palomas, las autoridades locales solicitaron inicialmente presupuestos a varias empresas. Sin embargo, el coste por la retirada de las aves durante el primer año asciende a 8.000 euros, mientras que el mantenimiento del servicio en lo sucesivo supondría 3.000 euros anuales. El portavoz del grupo de gobierno, Martín Nogueira, asegura que las arcas municipales no disponen de liquidez para hacer frente a este coste, así que un equipo de trabajadores del Concello recibirá la formación necesaria para su captura y posterior traslado a palomares cedidos por particulares que están situados fuera del núcleo urbano.
Las calles y las fachadas de los edificios están invadidos por los excrementos de las aves, que no dudan en abalanzarse sin temor alguno sobre los aperitivos que se sirven en las terrazas de los establecimientos hosteleros del centro, aunque estén ocupadas las mesas por los clientes.
Algunos particulares ya se han curado en salud y han colocado desde pinchos metálicos en las cornisas para evitar que ensucien las fachadas de los edificios, hasta papeles brillantes con los que se pretende ahuyentar a las aves.
No obstante, Martín Nogueira considera que no es la solución definitiva porque espantarlas de un lugar no evitará que se trasladen a otro causando idénticos perjuicios. Por eso, espera que para la próxima primavera el problema pueda quedar resuelto.
Las calles y las fachadas de los edificios están invadidos por los excrementos de las aves, que no dudan en abalanzarse sin temor alguno sobre los aperitivos que se sirven en las terrazas de los establecimientos hosteleros del centro, aunque estén ocupadas las mesas por los clientes.
Algunos particulares ya se han curado en salud y han colocado desde pinchos metálicos en las cornisas para evitar que ensucien las fachadas de los edificios, hasta papeles brillantes con los que se pretende ahuyentar a las aves.
No obstante, Martín Nogueira considera que no es la solución definitiva porque espantarlas de un lugar no evitará que se trasladen a otro causando idénticos perjuicios. Por eso, espera que para la próxima primavera el problema pueda quedar resuelto.
