Gonzalo Suárez: "Al rodar en exteriores me siento en mi plenitud"

El director, guionista y escritor Gonzalo Suárez recibió ayer en el Teatro Principal la Calpurnia de Honra de la 26º edición del OUFF. El autor definió a este momento como “una cita con una mujer maravillosa”, aludiendo a Calpurnia Abana, primera dama de Auria, que preside desde su altar las piscinas de As Burgas. Eludiendo toda pomposidad, Suárez se refirió a la entrega del premio como un simple y feliz “encuentro con amigos conocidos y desconocidos”. Al realizador ovetense no le falta el sentido del humor. Cuando el director del OUFF, Miguel Anxo Fernández, le preguntó si tiene pensado escribir sus memorias, le contestó que “es que estoy perdiéndola”. Quizás termine por animarse, ya que es un apasionado de la escritura que define a los libros como “la verdadera realidad virtual”. Suárez es autor de obras tan célebres como “Beatriz” (1975) o “Parranda” (1977), interpretación libre de “A Esmorga”. El director ovetense, que se carteaba con Eduardo Blanco Amor, forma parte ya de una lista de premiados que incluye a directores tan reconocidos como Luis García Berlanga o Pilar Miró. Usted estudió Filosofía y Letras. ¿Cree que hay poca reflexión en el cine actual, escasa sustancia detrás de las imágenes? Yo en el cine busco cierta sensación de emoción, como en “El detective de la muerte”, que rodé en Varsovia, donde existe esa corriente interior. En cambio, a otras películas las encuentro demasiado ilustrativas. Parecen un álbum de cromos. No se aprecia la sensibilidad del cine de autor. ¿Ya no se hace cine con tonos propios? Sí, sí se puede, pero ahora predomina la cantidad, el número de películas. Hay una gran inflación y es todo más gregario. Que conste que no tengo nada contra el cine comercial, de hecho, una de mis películas favoritas es “Con la muerte en los talones”, de Alfred Hitchcock. Es tan preferida que me gustaría ser Cary Grant y que me pasaran todas las cosas que le ocurren a él, encontrarme con la chica en la cafetería del tren… Y es que dicen que las películas en las que aparece un tren son mejores, y yo lo suscribo. De hecho, acabo de llegar en tren. ¿Aquí tenéis una de esas máquinas antiguas junto a la estación? Me traen añoranzas. ¿Qué es lo que más disfruta? Sigo escribiendo porque es muy estimulante hacer algo con tanta libertad, pero lo que más placer me da es rodar películas, porque ahí se une la plasticidad y el trabajo con los actores. Con el cine, sobre todo si es rodando en exteriores, me siento en plenitud. ¿Qué historias del mundo de hoy debería tratar el cine? En mi opinión, no se trata del tema. A mí, los pintores impresionistas me influyeron mucho, porque predomina la pincelada sobre el asunto a tratar. Van Gogh, por ejemplo, podía pintar un campo de trigo, o una silla de su casa, y eso era lo de menos. Lo que importaba era el carácter que imprimía con sus pinceladas. En el cine es lo mismo: quiero que mi personalidad y mi mirada queden impresas en las imágenes. Si el asunto fuera lo determinante a la hora de crear una gran obra, todo el mundo se dedicaría a tratar los temas más importantes, y entonces tendría la mejor película. Y no funciona así. Desde su infancia, ¿ha cambiado su visión del cine? Lo que se ha perdido es inocencia, cuando descubres cómo funciona el medio y las intenciones de quien está detrás de la cámara. Y también descubres que cada vez hay menos sitio para el director. ¿Cree que ha conseguido el éxito? ¿Le queda algo por cumplir? No. La vida es un fracaso, un fracaso total, es tan difícil… Pero el éxito no es una premisa que busque, salvo que llamemos éxito a completar una película que querías hacer. Y, de todos modos, no creo que ninguna cinta acabe siendo una obra de arte en su conjunto. Lo que hay son momentos, fracciones, que sí son únicas, y eso me satisface, independientemente de todo lo demás. ¿Qué opina de Ourense? Acabo de llegar, recorrí unas callejuelas que me trajeron hasta aquí y encontré una ciudad con mucha personalidad, pero Ourense es para mí alguien que te han presentado y aún no conoces.