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Escribí ya hace unos años (2017) la primera parte de esta historia, y os aseguro que me resulta difícil continuarla, glosar el trabajo del “cura” en pocas palabras es misión muy arriesgada, y quizás no sea capaz de trasmitir lo que supuso el trabajo de este ciudadano del mundo nacido en nuestro Ourense, el padre Silva, “el cura”.
El esfuerzo que desde hace no mucho tiempo están haciendo sus discípulos es el que me lleva a escribir estas líneas por si en algo ayudan, máxime en estos tan difíciles momentos que estamos pasando. Imaginad lo que puede ser poner en marcha una maquinaria como la de un circo cuando tu única fuente de ingresos, que son tus actuaciones, te las impiden o limitan al máximo... Pues aun así, un grupo de “muchachos” lo está intentando, es el espíritu de su ciudad, la Ciudad de los Muchachos.
Todo el mundo acepta como fecha de nacimiento de Benposta (recordad con N no con M, por fin me lo han aclarado), aquel 15 de septiembre de 1956, y no seré yo quien lo desmienta, si acaso me permitís matizar que sería extremadamente complicado datarla, ya que fueron muchos los pasos dados para que el sueño se convirtiera en realidad.
Cuenta la leyenda que a mediados de los años 50 del siglo XX, el padre Silva encandiló a un grupo de chavales, la mayoría vecinos suyos que jugaban en la calle San Francisco, con su moto Montesa. En aquellos tiempos, una bicicleta era un tesoro, una moto un milagro; su carisma hizo el resto. Se habla de 15 chicos, e incluso existe un listado fiable en el que, os aseguro, faltan nombres. Lo que sí tenemos confirmado es que no se trataba de un grupo de golfillos, sino que eran simplemente niños, cada una con su historia, que en ese momento estaban jugando y, debido a las pocas oportunidades que tenían, estaban abiertos a sugerencias. Los campamentos del Frente de Juventudes eran una de las pocas opciones, pero no era posible ofertarlo a todo el mundo.
El padre Silva en aquel momento es probable que no tuviera perfilado su proyecto, eso se iría conformando poco a poco, pero lo que de verdad tenía decidido es que la juventud y su bienestar sería su prioridad, que se llamara club social, escuela, ciudad o nación, ¿qué importaba? Lo que también es cierto es que los acontecimientos se fueron precipitando de manera vertiginosa, y de la misma manera fueron surgiendo necesidades. Reunirse en un banco de la alameda para hablar es gratis, y disfrutar de una merienda en casa de doña María casi también, pero organizar una excursión o casi cualquier tipo de actividad requería infraestructura y financiación. Esos fueron los primeros escollos a los que el cura buscó solución.
La financiación de aquellos primeros tiempos, como os dije en el capítulo anterior, se solucionó con las exposiciones del padre. Sus cuadros tenían aceptación y tampoco es que se necesitara demasiado. Lo del local parecía más sencillo, aunque por mis datos no se ordenó sacerdote hasta el año siguiente, su relación con el obispado era cordial, o al menos lo parece a la vista de que fue éste quien le facilitó el uso del local que, dependiendo de la Trinidad, tenía Acción Católica en la calle Reina Victoria (hoy Julio Prieto Nespereira) y cuando se quedó pequeño se les dejó trasladarse a la antigua Cárcel de la Corona (apuntar que la casa familiar siempre estuvo abierta a las necesidades del grupo, allí se hicieron los primeros talleres y reuniones cuando hacía falta más espacio). A riesgo de que alguna fecha se solape, podríamos decir que la actividad del grupo fue avanzando a cada cambio de local.
En el de Reina Victoria se ideó el primero de los métodos de recaudación, el tan recordado “Trapabocha”: para los "no iniciados", ese "palabrejo" es el acrónimo de TRA pos, PA peles, BO tellas y CHA tarra; los chicos visitaban todos los locales de la ciudad anunciando su voluntad de recoger todos esos objetos que molestaban y no se debían tirar a la basura, ¿os suena? Correcto, pusieron en marcha el primer sistema organizado de reciclaje. El caso es que a pesar de resultar entretenido para los muchachos e interesante para la ciudad, su rentabilidad era muy escasa, con lo cual hubo que tirar de imaginación para avanzar, y ahí surgió otra gran idea: se decidió organizar una tómbola que los veranos se trasladaría a grandes ciudades buscando la solidaridad y generosidad de la gente con esta obra. En 1957 se instala en Ourense y el año siguiente ya se hace el primer viaje a Zaragoza y Barcelona.
En su segunda sede, Cárcel de la Corona (calle de la Barrera), aún contaba con el apoyo del Obispado, y ahí fue donde se pusieron en marcha las actividades deportivas, baloncesto, fútbol y un deporte de aquellas casi desconocido, el hockey, principalmente. El cura decidió que si no había competición tendría que crearla y así nació el Trofeo Ciudad de los Muchachos.
Y como en tantas ocasiones me he quedado sin espacio, en esta ocasión solo iba a mostraros una fotografía pero... retomaremos el tema. Mi agradecimiento a Javier Torres, Manilo Doñoro y Luis Vila por los datos aportados, y a Lourdes González Díaz (hermana de Peritas) por sus datos y fotos.
Esta fotografía que me prestó Milagros Fernández Bujeiro se puede considerar premonitoria en la vida del Padre Silva. De aquí probablemente surgió la frase “los fuertes abajo, el débil arriba y el niño en la cumbre...”. Fijaos quién está arriba. ¡Alma de niño!
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