Ourense no Tempo | El Conservatorio de Música

Cartel del Conservatorio de Música en un balcón de la Praza Maior. (Recorte de postal La Region. 1961.)
photo_camera Cartel del Conservatorio de Música en un balcón de la Praza Maior. (Recorte de postal La Region. 1961.)

Leyendo un informe de 1956, se descubre la inquietud que por la cultura había entre las instituciones. La Comisión de Cultura municipal la presidia Roberto Vázquez Monjardín. Probablemente lo que más centraba su trabajo era el convenio que se estaba negociando con el Estado para la construcción de varios grupos escolares, pero los logros fueron muchos más. Se reorganizó la Banda de Música, se comenzó a negociar la cesión del estadio del Couto a la ciudad, comenzaron los trámites para la construcción de una piscina de agua caliente y aunque finalmente se unieron los dos proyectos, se iniciaron los estudios para la construcción de un muy necesario Pabellón de Deportes. Y entre las propuestas estrella aparecía la creación de la Escuela de Música, que posibilitara la transición a un Conservatorio. Ese era el comienzo de la historia real de nuestro conservatorio, pero...

En Galicia, la historia reglada de la música comienza en aquel lejano 1877 en que la Real Sociedad Económica de Amigos del País en Santiago crea la Escuela de Música. Gracias a ella fueron muchos los ourensanos que pudieron titularse (sin validez oficial) en solfeo, piano, armonía, composición... y con la única opción de la matricula libre. Llegamos así a 1947 y los aficionados y profesionales ourensanos, con don Antonio Jaunsaras Sanmiguel (prefecto de música de la Catedral) a la cabeza, se unen para crear la Sociedad Filarmónica. Sus objetivos son ambiciosos, organizar conciertos como vía de recaudación y con los beneficios recuperar la Coral Polifónica y crear la Escuela de Música que Ourense tanto precisa. 

No tardan en descubrir que económicamente es casi imposible sin la colaboración de las instituciones. El primer gran logro de la sociedad es la adquisición de un piano que se revelaba imprescindible para continuar. Fue el 1 de abril del 49 cuando el ansiado instrumento llego a la ciudad y pocos días después las manos de la profesora de la Escuela Normal Araceli Ancoechea Quevedo hacen que este instrumento suene para todos los aficionados. Siguiente objetivo: la Escuela de Música.

El principal escollo, sin duda, la ubicación. A comienzos de 1950 la Filarmónica solicita a la Diputación que se les ceda un local en el viejo Hospital de las Mercedes, buscando el paso definitivo para la apertura de la escuela. En septiembre se recibe con alegría la noticia de la cesión de un local (no he conseguido confirmar si en las Mercedes). Sin embargo no es tan fácil, porque además del tema económico, surge también el problema de la falta de titulación de quienes podrían perfectamente ser profesores. Y contratarlos foráneos es un coste difícil de asumir.

En 1955, con más de 60 conciertos organizados (8 de ellos de la Orquesta Sinfónica y 2 de la Gran Masa Coral), consiguen que toda la sociedad ourensana apoye el proyecto, y es aquí donde aparece el nombre de quien era concejal de cultura, Roberto Vázquez Monjardín. Cierto que contó desde el primer momento con el apoyo del alcalde Saavedra y de quien lo sucedió, Ramón Taboada, pero en lo que coincide todo el mundo es que fue definitiva su intervención junto la del que fue nombrado gobernador civil en 1958, José María Quiroga de Abarca.

Al recalar en nuestra ciudad, Quiroga se encuentra un proyecto avanzado pero necesitado de un decidido empujón y sin dudarlo crea un patronato que se ponga manos a la obra: el alcalde Saavedra; el presidente de la Diputación, doctor Rodríguez de Dios; el gerente de la Caja de Ahorros, Ricardo Martin Esperanza, y como técnico se convenció a Antonio Iglesias (pianista ourensano con gran proyección y relaciones a nivel nacional) para que desarrollara el reglamento del centro. Se firmó el 22 de febrero de 1958.

Como ya sabéis, su primera sede estuvo en la Plaza Mayor, y por allí pasaron, después de aquellos 160 matriculados el primer año, miles de ourensanos ávidos de aprender a tocar un instrumento (hasta yo quise ir, pero mis habilidades artísticas no lo aconsejaron...). En otra ocasión os daré datos de los primeros pasos de esta institución. 

 Por cierto, en esta ocasión el tan problemático tema del piano lo solucionó generosamente el virtuoso de la guitarra Andrés Segovia, quien se ofreció a dar un concierto (27 de diciembre de 1958 en el Principal) a beneficio del Conservatorio, con el que se adquiriría el tan necesario instrumento. Las crónicas cuentan que fue todo un éxito, y el piano ocupó un aula del centro. Supongo que el uso continuo hizo mella en él, y hoy desde luego en el Conservatorio no está (o eso creo). El maestro Segovia, por el gesto, fue nombrado catedrático de honor del centro.

No quiero dejar de citar al periodista Isidoro Guede, quien desde su sección en el diario La Región (“Música”) colaboró activamente a la creación de la Escuela. Esta sección existía desde el año 1947 y aunque los primeros tiempos solo hacia una labor informativa de los conciertos, a partir del 50, Guede, con bastante “arte”, la reconvirtió en instrumento de diálogo con la ciudadanía y las autoridades, buscando -de manera enérgica en ocasiones- la creación de la Escuela de Música ourensana.

En 1990, la Sociedad Filarmónica ofreció al público ourensano su concierto número 500. Y a día de hoy, aunque inactiva, sigue existiendo. Sus últimas acciones fueron posibles gracias a la colaboración del Liceo Ourensano.

De manera intencionada he omitido hablar de la Coral Polifónica Orensana. Según contaba Cuevillas: “Existió otra pseudo filarmónica gestionada por don Celso Fernández Sánchez, quien a pesar de sus esfuerzos no vio recompensado su trabajo con la continuidad”. En un próximo artículo recuperaremos la historia de esta agrupación hoy olvidada pero de gran interés para la historia musical auriense.

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