Acisclo, el artista “secuestrado por la escultura”, ya es de oro

El reconocido creador ourensano recibió la medalla de la Diputación en una emotiva ceremonia

Cuatro años pasaron desde que se inició el expediente para conceder la Medalla de Oro de la provincia, que otorga la Diputación de Ourense, al escultor Acisclo Manzano, y ayer pudo por fin colgársela del cuello, para hacer suyo un galardón con el que el ente provincial reconoce “aos mellores fillos da terra ourensá”. La entrega se realizó por todo lo alto, en un Salón de Plenos del Pazo Provincial engalanado para la ocasión, y en el que se encontraban algunas de las máximas personalidades políticas -y de otros ámbitos- de la comunidad, como el presidente del Parlamento gallego, Miguel Santalices, el delegado de la Xunta en Ourense, Gabriel Alén, o el presidente provincial, Manuel Baltar. Tampoco faltaron los alcaldes de San Cristovo de Cea y Xunqueira de Espadanedo, José Luis Valladares y Carlos Gómez; parlamentarios autonómicos y senadores y diputados provinciales de todos los grupos políticos representados en la Diputación.

El protagonista de la jornada no quiso acaparar los focos y esperó casi hasta el final de la sesión para pronunciar su discurso, en el que sintetizó en pocos minutos la esencia de toda una vida -en concreto 82 años- dedicada a la escultura, esa que puede parecer una pasión, aunque él la defina de otra manera.  “A escultura non me deixou facer outra cousa, secuestroume. Quéroa moito, porque son escultor. O facer escultura boa e o síndrome de Estocolmo que teño”, aseguró. 

También aprovechó para contar la historia de su nombre, que le vino como una suerte de premonición sobre los pasos que habría de dar en la vida, y es que Acisclo es el nombre que “gregos e romanos usaban para chamar ás macetas”, por lo que “todos os canteiros e escultores chamábanse tamén acisclos”. “Eu son Acisclo e son escultor”, concluyó antes de desatar la ovación del público.

Sus palabras portaban un vínculo con su tierra natal, con esta provincia que tantas veces le sirvió de inspiración. “Eu vivo en Ourense porque son de Ourense, nacín ó lado das Burgas, máis non podo pedir”, destacó. En la provincia fue también donde aprendió el oficio, o más bien lo robó, porque eso “é o que fan os artistas”. “Eu fun a roubar, porque os artistas roubamos, non copiamos, roubamos para nós expresar todo o que vemos. Aquí en Ourense non fai falta roubar, porque con mirar hacia Montealegre, ou ó Seminario, ou ir á Ribeira Sacra, xa temos todas as formas, e a paisaxe, e a escultura e a pintura toda”, aseguró.

Admiración de Baltar

A su lado permaneció durante toda la ceremonia el presidente de la Diputación, Manuel Baltar, quien expresó su “admiración, respecto e agradecemento a un ourensán de pura cepa, a unha personalidade fondamente humana, inimitable, intuitiva e a un referente do que somos e ata onde podemos chegar”. Del escultor destacó su capacidad “para conciliar discretamente, sen facer ruído, sempre con eficacia” en el contexto de los movimientos artísticos “que agromaron na Auria que lle tocou vivir e na que segue a estar totalmente presente”. Subrayó otra capacidad más: “Rachar co pasado sen renegar nunca das súas raíces”.

El acto comenzó con las palabras, como así lo quiso el propio Manzano, de la historiadora del arte María Victoria Carballo Calero, quien repasó y analizó la prolífica carrera del artista ourensano, de quien dijo que “nas mellores pezas de Acisclo, o sentido clasicista mestúrase cunha sensibilidade especial cara o orgánico en desarrollo, é un escultor que explora o fenómeno da trasmutación da figura e lle confire ese sentido poético”.

Carballo Calero habló también de las influencias y amistades que acompañaron al galardonado, quien perteneció al grupo de los “artistiñas”, denominado así por Vicente Risco e integrado por otros artistas como Virxilio Fernández o Xaime Quesada, quien fue uno de sus inseparables compañeros.

Te puede interesar