Adif: maltrato de ida y vuelta en la estación de Ourense

Numerosos usuarios se quejan a diario del servicio que ofrece Adif. La estación intermodal de Ourense es la menos ambiciosa de Galicia y, en la llegada a Madrid, desorganización y obras provocan el malestar de los viajeros que pasan por la de Chamartín

Las quejas de usuarios que utilizan cada día los servicios ferroviarios de Adif se cuentan por ya por centenares. Las estaciones que gestiona este ente público acumulan hojas de reclamaciones por el mal trato a los viajeros o la desorganización en los servicios que deben ofrecer a los usuarios. Alguna incluso apunta a la publicidad de bebidas alcohólicas en las estaciones.

Caso paradigmático es la estación de Ourense. Dejar el coche en el parquin puede ser una odisea, ya que las plantas superiores están tomadas por los vehículos de las empresas de alquiler. Una vez arriba, desde la misma puerta el ente público se dedica a hacer caja con la publicidad que inunda cada esquina de la estación, sin que esa recaudación repercuta en  un mejor servicio. Mientras, para acceder al servicio de taxis, la espera y las colas han de hacerse a la intemperie, soportando el sol en verano o la lluvia en invierno, sin que se haya puesto solución a una queja que los propios taxistas han realizado desde el principio de la puesta en marcha de la remodelada parada. 

De esta forma, mientras el resto de estaciones gallegas parecen avanzar a un buen ritmo (y eso que no tienen AVE), la ourensana sirve como un mero tablón de anuncios que cada vez se queda más y más anticuada, con unas obras que cada vez se retrasan más y siguen sin licitarse a día de hoy.

Pero al llegar a Madrid la cosa no mejora. El estado en el que se encuentra la estación de Chamartín deja bastante que desear de un servicio público de primer nivel. Esperas, suciedad, desorden esperan a unos viajeros que expresan su malestar en duras críticas. Las obras, en este caso sí ambiciosas, de la estación provocan molestias a los miles de usuarios que pasan por ella cada día sin que Adif se preocupe de minimizarlas. Unos trabajos que obligan a los viajeros, por ejemplo, a darse unas caminatas interminables (sobre 900 metros) para, simplemente, poder acceder a un taxi. Y la dificultad aumenta si se tienen problemas de movilidad, para mayores o personas con niños o carritos de bebé, ya que los ascensores están fuera de servicio.

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