Arturo Baltar, el barro y Val del Omar

Panorámica de la sala del Reina Sofía dedicada a Val de Omar y su trabajo "Acariño Galaico", con fotograma de una obra de Arturo Baltar.
photo_camera Panorámica de la sala del Reina Sofía dedicada a Val de Omar y su trabajo "Acariño Galaico", con fotograma de una obra de Arturo Baltar.
El Centro de Arte Reina Sofía de Madrid abrirá el próximo martes una sala dedicada al cineasta granadino, que incluye dos piezas del escultor ourensano, a quien dedicó una película en 1961, "Acariño Galaico"

El aire de Galicia. Ese era el elemento escogido inicialmente por el cineasta José Val del Omar para el tercer trabajo de su “Tríptico Elemental de España”, que ya contaba con “Aguaespejo granadino” (1953-1955) y “Fuego en Castilla” (1958-1960). Pero el cineasta de Granada que experimentó, creó e inventó conceptos y técnicas como la diafonía (anticipo del sistema de sonido de las salas de cine) o la mecanística (unir la mecánica y la mística), se cruzó con Arturo Baltar y su obra y se rindió a ella. Y así el aire fue barro y nació “Acariño Galaico”, película rodada en 1961, en la que el escultor ourensano y su trabajo son el eje central de este metraje que, sin embargo, su director no fue capaz de concluir por, entre otras razones, según señalaba en una grabación entrañar “una afirmación negativa incapaz de comunicarse". Así que el tríptico sólo contó con los elementos del agua y el fuego.

Aunque retomó el proyecto en 1981 no lo pudo finalizar al fallecer en accidente de tráfico un año después. No será hasta 1995, cuando el artista Javier Codesal, en un proyecto de la Filmoteca de Andalucía, complete la película.

Ahora, 60 años después de aquella inusual propuesta cinematográfica, Arturo Baltar estará, por ella, más que presente, a partir del próximo martes, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 

Conjunto de niños cantando una panxoliña y diodama del Entroido del escultor ourensano, expuestos en la sala.

El espacio expositivo abrirá al público la sala “Val del Omar: Acariño Galaico de la negra sombra”, que forma parte del primer “capítulo” de  su nueva colección, que podrá verse de manera ya completa en noviembre. 

En el recorrido de esta sala, además de la proyección de la película en la que un joven Baltar se convierte en una viviente escultura de barro, también se podrán admirar dos de sus obras, prestadas por el Arquivo Arturo Baltar y Xosé Lois López de Prado Aria, acompañadas por una obra de Laxeiro e imágenes del rodaje tomadas por Anric Massó, en las que el escultor del barro es el protagonista.

Las piezas fueron cedidas tras la visita el pasado verano a Ourense de una delegación del Reina Sofía, encabezada por la jefa del Área de Colecciones del Centro, Rosario Peiró, para conocer la obra de Arturo Baltar.

Las obras prestadas por Xosé Lois López de Prado para esta muestra sobre Val de Omar y el "Acariño Galaico" son un diorama del Entroido, un grupo de niños cantando panxoliñas y también dos fotografías del escultor, una de la cena homenaje a Eduardo Blanco Amor y otra sacada por el autor de "A Esmorga" a Baltar, a quien le unía una gran amistad. Nadie como el artista narraba tan bien la obra del escritor y su universo.

Dar vida al barro

Y es que Arturo Baltar, el mago que nació para convertir el barro y la arcilla en seres llenos de vida, el bailaor de la Alhambra, el caminante sin meta que conocía todos los senderos, también fue un proyecto de actor en los años 60, tal y como demuestra este "Acariño Galaico" al que, en su honor, lleva añadido "De barro". Aunque la experiencia no le llevó a repetir  y prefirió ser un gran amante del cine, pero como espectador.

Momento del rodaje de la película con Xaquín Lorenzo, José Val del Omar, Virxilio, Xosé Conde Corbal y Arturo Baltar.

El título, según indican algunos estudios sobre Val de Omar, procede  de la dedicatoria de un poema de Antón Tovar (de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento), incluida en el programa de mano de una exposición de Baltar en 1961: "Pro escultor Arturo Baltar, que acariñaba a lama das congostras nas súas maus de inspirado como si fora unha estrela".

Los caminos del escultor que surge del barro en la visión de un cineasta totalmente adelantado a su época, no volvieron a cruzarse, al menos profesionalmente.  José Val del Omar dedicaba estas palabras a ese "acariño": "Vinimos por el agua, nos hicieron de barro. El fuego de la vida, nos va secando..."

Ahora el resultado de aquel experimento único que tanto tiempo llevó dar por finalizado podrá  redescubrirse, desde el próximo martes, en el Reina Sofía, centro que ya ha dedicado varias muestras al director granadino.

Arturo Baltar mirará desde la gran pantalla de la sala a los visitantes y ojalá ellos sepan descubrirlo. 

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