Los autónomos claman por ayuda real del Gobierno: “Solo hay parafernalia"

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El colectivo afronta la crisis con la afiliación tocando suelo y advierte de que las medidas aprobadas no frenarán la sangría

Si antes de que el coronavirus pusiese patas arriba el planeta, el colectivo de los autónomos las estaba pasando canutas para asomar la cabeza y hacerse un hueco ante la feroz competencia de las grandes cadenas y el comercio por internet, la actividad económica al ralentí por el obligado cierre de buena parte de los sectores y una capacidad para facturar muy reducida entre los que todavía resisten supone que las pequeñas y medianas empresas de la provincia se vean al filo del precipicio y, lo que es más preocupante, solos ante el peligro.

Es el sentir de la mayoría del tejido económico ourensano, esos profesionales que cada día se levantan pensando en sacar a flote sus proyectos y que ahora ven como las iniciativas lanzadas por el Gobierno central para socorrerlos no colman ni de lejos sus expectativas, con el temor de lo que tienen ante sí en estos momentos pero, sobre todo, el futuro que se avecina cuando las medidas de confinamiento empiecen la anunciada desescalada.

Por el momento, las cifras de afiliación a la Seguridad Social a 31 de marzo ya ponen negro sobre blanco el problema, ya que nunca antes ha habido tan pocos cotizantes en el régimen general de autónomos en la provincia, un total de 23.337, 10 menos que el suelo fijado hasta ahora, en enero de 2020 y medio millar menos que en marzo del año anterior.


Más problemas


Pese a que los gastos permanecen, por el momento el Gobierno central no ha adoptado más medidas que aplazar unas semanas el pago de los impuestos mientras que todos se han visto obligados a abonar la correspondiente cuota de autónomos a finales de marzo, cuya condonación es una reclamación unánime para afrontar los primeros coletazos de esta crisis.

"Entre nuestros clientes se pide la condonación de la cuota de autónomos y mayor ayuda. Se presupone que va a haber un 20% de paro, imagina cómo lo van a pasar las empresas. Se pensaba que este 2020 iba a ser un año bueno y mira...", analiza el socio-director de la asesoría Vila Castro, Julio Vila Castro, que palpan sobre el terreno la preocupación y, en muchos casos, desesperación, de los pequeños empresarios de Ourense, sometidos también a una presión de trabajo brutal.

El estado de alarma decretado a mediados de marzo por el Gobierno obligó a buena parte de los negocios ourensanos a cerrar sus puertas. Hostelería, pequeño comercio o centros deportivos son algunos ejemplos de actividades que han tenido que bajar la persiana por las recomendaciones sanitarias, ofreciéndoseles la alternativa de una prestación por cese de actividad y recurrir a un ERTE para la plantilla, algo insuficiente para el sector.

Así lo ve Rubén Domínguez, uno de los socios del Tecnópole Sport Center: "Nosotros tenemos gastos fijos como los créditos, el teléfono o el programa de gestión. A nivel ingresos hemos decidido no cobrarle a los clientes pero sí mandarles planes de entrenamiento. Creemos que es una época para arrimar el hombro, pero no tenemos ayuda. Desde mi punto de vista, se respiraría más si se apretase un poco a los bancos, congelasen créditos y cotizaciones, las compañías telefónicas colaborasen y el Estado diera una ayuda, aunque sea mínima".

"¿Cómo vamos a pagar si no podemos trabajar? Además, cuando estudias la letra pequeña de todas las ayudas, vienen los problemas. De esa prestación por cese de actividad te quedan al final unos 100 euros. Solo pido que nos ayuden mientras estamos cerrados", explica también Ángélica Rodríguez, propietaria del negocia Angélica Moda, en la plaza Paz Nóvoa de la ciudad.

Entre la restauración, también cerrada, comparten incertidumbre y preocupación. Pasan los días y las ayudas se quedan en intenciones con poca profundidad. "Hablar se habla, no cuesta dinero, pero del dicho al hecho, hay un largo trecho. Yo estoy pagando todas las facturas igual. Le tengo mucho miedo al día de mañana, a saber como nos permiten abrir. Y seguro que hay gente que está peor. Aquí nadie da nada, como mucho te prestan", señala Pepe Alonso desde la cafetería Beker.

Lo que siente Pablo Domínguez, propietario del restaurante Adega das Caldas, es "tristeza". "Lo mínimo que debería pasar es no tener que pagar las cuotas a la Seguridad Social de estos meses, cuando no estamos trabajando. No me parece justo.  Los préstamos ICO no llegan. Y tienen intereses, bajos, pero intereses. La banca saldrá ganando otra vez. Me parece más de lo mismo, y más con un Gobierno progresista", lamenta. En esta línea, el hostelero Tino Iglesias, propietario de un negocio en la plaza de Santa Eufemia, censura que el autónomo "sea al que engañan siempre y nunca tenemos derecho a nada".


Los esenciales


Aunque buena parte de los autónomos se han visto obligados a bajar la persiana, muchos otros siguen trabajando al tener negocios incluidos en las actividades consideradas esenciales, pero con una facturación que no se acerca a la que tenían antes de la pandemia. "Es una situación muy mala, igual han bajado un 60% las ventas porque dependía mucho del colegio y ahora se compra más en los supermercados. Se echan de menos muchas cosas", sostiene Luchy Bermejo, que regenta un despacho de pan y golosinas en la rúa Pena Corneira, en San Francisco.

En la clínica dental Iglesias & Piñón siguen trabajando "por imperativo legal", aunque solo atienden urgencias, una situación laboral marcada por la falta de ingresos y la presencia de facturas, que se mantiene como antes de la crisis sanitaria. "Alquiler, luz, agua, mantenimiento de equipos... Estamos pagando todo sin ingresar nada. No me han quitado ningún cobro de los que tenemos. No veo que nadie nos esté echando una mano en esta situación", dice una de las socias, Patricia Iglesias.

Los que siguen trabajando tienen también unos duros requisitos para acceder a posibles ayudas, ya que se ha fijado que la caída de ingresos debe ser del 75% para solicitarlas. "Es una barbaridad", explica Luchy Bermejo. El colectivo Autónomos Unidos para Actuar (AUPA) cree que debería fijarse en un 40%.

Otra de las críticas tienen que ver con la línea de préstamos ICO habilitada, que no satisface al colectivo. "Todo está encaminando al endeudamiento del autónomo, no sé qué margen de maniobra nos deja eso", sostiene el presidente del CCA Ourense Centro, Luis Rivera. Desde Angélica Moda hablan de una "parafernalia", mientras que el presidente del CCA Couto Centro tiene claro que "hoy no tenemos nada que apoye al pequeño comercio, ya que lo que pedíamos era congelar las cuotas de autónomos porque no puedes pagar si te privan de ejercer tu profesión".


¿Y el futuro?


Más medidas y mejor enfocadas es una petición a la que se une la Asociación Empresarial de Profesionales y Autónomos de Ourense (AEPA Ourense). "Un mes más de aplazamiento que te da un mayor margen para tener algo de tesorería. El problema que vemos nosotros es ese, tesorería pura y dura. Entendemos que es un tema social, no una ayuda a los autónomos. Nosotros seremos los primeros en caer, sí, pero esto iría en cadena", señala su presidente David Martínez.

Ese "día después" de la pandemia atemoriza a los pequeños empresarios. AUPA pone sobre la mesa, por ejemplo, la necesidad de que se regule que no haya rebajas. "Que se anulen, porque para el pequeño comercio sería vital", señala Camila Rodríguez.

La propietaria de IsaVer Zapatillas, en la rúa Santo Domingo de Ourense, critica que "mientras en otros países sí hay ayudas para las empresas, aquí no hay nada de ayuda", recordando que "hay mucho miedo porque no sabemos cómo vamos a salir de esto, si la gente va a poder comprar, devolver".

La gerente del centro comercial aberto de Carballiño, Noelia Mares, cree que "será como empezar de cero, pero con miedo y mucha incertidumbre", un sentimiento que su homóloga de O Barco, Ainhoa Carracedo, comparte: "No es solo cómo va a afectar la crisis, sino cuál va a ser la respuesta de la gente y hay muchos asociados que te dicen que las ayudas son insuficientes, en general sienten que falta apoyo de las administraciones, mucha falta de apoyo".

Los comerciantes de Carballiño exponen también la necesidad de que se ponga coto a las rebajas, "ya que hay grandes firmas que ya tienen ofertas en su web", sostiene Noelia Mares.

En una línea similar, Luis Rivera recuerda que "no sabemos cómo se va a abrir, en qué condiciones, el aforo de las tiendas es para estar muy preocupados".

Poca claridad y mucha burocracia que tiene en pie de guerra a unos autónomos que se sienten desamparados en esta lucha que les ha tocado emprender de manera totalmente inesperada. "Nada de lo que han presentado en el Gobierno es nuevo, hace falta algo más ambicioso", dice Camila Rodríguez. Un claro SOS. 

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