Carlos García Morales, el “buen tío” con coches de lujo y dinero para obras

“El Matador”, cuando fue detenido en Medellín en 2011.
photo_camera “El Matador”, cuando fue detenido en Medellín en 2011.
Los vecinos de la urbanización Monterrei, en Pereiro, vivieron una víspera de Halloween a golpe de maza y susto. El registro policial, con puertas abatidas por agentes enfundados con pasamontañas, los dejó sin dormir.

No todos los propietarios, de clase media alta, viven allí durante la semana. Muchos tienen perros y “El Matador”, también. Un pitbull poco fiero que tan siquiera ladraba a los extraños.  El viernes 28 de octubre sí aulló cuando una serie de personas con pasamontañas se metieron de malas maneras en la casa del amo.

Era la víspera de Halloween y los vecinos se llevaron el susto de sus vidas. Primero, al ver desde primera hora a una serie de desconocidos merodeando por la calle seis de la tranquila urbanización. Llegaron a pensar en que eran vulgares ladrones.  Entrada la noche, se atemorizaron al escuchar el estruendo a golpe de maza con el derribo de puertas para ejecutar la entrada y registro con autorización judicial.

El interior de la casa quedó patas arriba para hallar dos pistolas, entre otros efectos incautados. “Fue innecesario y desproporcionado semejante circo porque sabían que en la casa no había nadie y aquí viven muchos niños pequeños”, asegura una vecina de la urbanización.

A Carlos no se le conocía oficio, pero sí que tenía “tiempo libre y dinero para hacer obras”, tal como le escucharon en alguna ocasión. No pasaban desapercibido su colección de coches oscuros -un Mercedes, un Alfa Romeo, un Jeep, un Porsche…- y algunos dicen que la casa disponía de tecnología punta: placas solares en el techo, aerotermia, todo tipo de electrodomésticos…  Por lo demás, “un buen tío que no daba problemas y muy tranquilo”. Lo veían salir a media mañana, regresar de noche o pasear con el pitbull, que fue recogido por la perrera de la Diputación.

Caía bien tal como revelan los gestos: tras el paso policial, algunos vecinos colaboraron para reponer los destrozos y que nadie pudiera entrar a la vivienda en ausencia del morador y hasta que su padre tomase cartas en el asunto. Aunque no lo consiguieron. Días después de la detención, por la casa desfilaron extraños, incluidos unos ladrones que se llevaron dos botes de aceitunas de cristal con 2.000 euros, dos Roombas y botellas de vino.

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