Carmen y Piedad duermen al raso

Piedad y Carmen se disponen a comer en un muro de los Jardinillos del Padre Feijóo. (Foto: Xesús Fariñas)
Piedad Blas Gómez (68 años) estuvo casada, tuvo una hija y, hasta hace seis años, era una vecina con una vida normal. Residió durante años en un piso de alquiler en la calle Lugo, que llegó a compartir con sus fallecidos padres. Pero un buen día del año 2005, el Concello y una constructora le notificaron que tenía que abandonar su hogar, dado que el inmueble amenazaba con venirse al suelo.
Madre e hija empaquetaron en cajas todo lo que era suyo, y al cruzar la puerta comenzó su calvario. 'Comemos en la calle y la mayoría de los días también dormimos', afirma Piedad. Su marido la abandonó y se quedó sola con su hija, Carmen Babarro, de 35 años. Ambas patean a diario el centro de la ciudad con varias bolsas en las que llevan comida y ropa. Deambulan todo el día hasta recalar en los Jardines del Padre Feijóo o en el Parque de San Lázaro, donde aprovechan cualquier esquina para comer.

Madre e hija alquilaron un piso en el número 8 de la calle Colón, por el que aseguran pagar 150 euros al mes, 'pero no podemos parar allí porque hay un ambiente muy malo. Nos golpean en la puerta y nos están continuamente amenazando. En casa no podemos estar', afirma Carmen Babarro, que en otro tiempo trabajó en una empresa de limpieza, 'pero me despidieron', lamenta.

Las noches que se atreven a dormir en el piso, 'mientras una de nosotras duerme, la otra vigila', explica Piedad, recalcando que la mayor parte de las veces optan por dormir en la calle porque allí se sienten más seguras.
Los vecinos aseguraron desconocer las amenazas que ellas comentan, al tiempo que afirman que las dos inquilinas aparentemente no tienen ningún problema.Sin embargo, Piedad Blas, entre la comida que lleva en las bolsas, amontona un montón de denuncias por amenazas de muerte e inducción a la prostitución. La última de las denuncias la presentó el pasado 25 de febrero contra un hombre de 80 años. Aseguran que es el dueño del inmueble, y que insiste en ofrecerles trabajo en un club de alterne.

Las dos mujeres presentaron denuncias por amenazas de muerte. 'Una noche nos amenazaron con plantar fuego al piso', recuerda Piedad Blas.
Entre el motón de papeles que llevan las mujeres en sus bolsas, hay una sentencia del Juzgado de Instrucción número 2 de Ourense, en la que se prohíbe tajantemente a Felicitian Turco aproximarse a menos de 500 metros, tanto a Piedad Blas como a Carmen Babarro. 'Este hombre fue un antiguo inquilino del edificio, que nos hacía la vida imposible', explican ambas mujeres a dúo.

Se quejan de que la Policía Nacional no les hace caso, mientras en la Comisaría aseguran ser conscientes de la situación en que se encuentran las dos mujeres y que todas sus denuncias fueron tramitadas al Juzgado. De hecho, a Piedad Blas le fue asignado hace un par de semanas un abogado de oficio para que se defienda. 'Nosotras lo único que pedimos es que nos dejen vivir tranquilas. No nos metemos con nadie', reclama Piedad Blas, añadiendo que 'mientras nos continúen amenazando y haciendo la vida imposible, nos vemos obligadas a vivir prácticamente en la calle, porque tenemos miedo'.

Piedad Blas cobra una pensión que le permite salir adelante, que es lo único que pide, tanto ella como su hija. 'Toda una vida trabajando para, al final, llegar a esto', lamenta entre sollozos.

Comer y dormir en la calle les resulta cada vez más insoportable 'porque hay gente que se mete con nosotras', asegura Blas, instando a la Administración a que les proporcione una vivienda de protección oficial para poder acabar sus días sin ningún tipo de problema.

Los vecinos de los Jardines del Padre Feijóo reconocen que son dos habituales de la zona y que son muchos los días en que ven a ambas mujeres comiendo entre los bancos.
Las protagonistas de esta historia por el momento no han pedido el amparo de los servicios sociales del Concello, ya que desde un primer momento confiaron en soluciones que vinieran desde la Adminsitración de Justicia. n

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