El Comité Antisida de Ourense está de 30 aniversario. Cada año pasan por su sede una media de 200 personas, no necesariamente portadoras y padecedoras del virus, pero sí en situación de riesgo. El pequeño habitáculo, ubicado en un rincón de la plaza de San Cosmede -estuvo en Cabeza de Manzaneda, pero los vecinos pelearon para echarlos de allí-, sirve como refugio y oportunidad de desayuno para muchas personas desamparadas. Algunas padecen el virus, pero otras muchas simplemente no tienen a donde ir. “Hay un abandono administrativo, necesitamos más recursos para las personas desamparadas”, señaló Agustín González, el coordinador.
Así se conforma este espacio de ayuda y servicio, que ayer recordó a Angie, una de las primeras personas en habitar la casa de acogida del Comité y la primera en fallecer de sida. También al veterano Paco, el último en irse, tan solo hace semanas. Para tenerlos presentes, desde el Comité impulsaron una exposición fotográfica que abarca numerosas vidas: las de los usuarios que no están y los que sí, pero también la de trabajadores y voluntarios.
Desde los inicios y hasta hace escasos años, en Ourense, las personas con VIH o sida se correspondían con el consumo de drogas o la prostitución, pero ahora los portadores están ligados a intercambios sexuales. Desde el Comité recuerdan que “todos somos iguales frente al virus, es nuestra responsabilidad corregir las carencias que restan oportunidades”. Apuntan que el estigma sigue vivo y exigen más investigación científica y universalidad en los tratamientos.
