El complicado reto de sobrevivir pese a trabajar: “Facturamos lo mínimo"

Ourense. 16/04/2020. Parada de Taxis en el Parque San Lázaro.
Foto: Xesús Fariñas
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Empresas y autónomos sin restricciones para abrir sufren para mantener la rentabilidad de sus negocios y piden ayuda

La necesidad de reducir la movilidad y los desplazamientos de los ciudadanos al mínimo posible para evitar una propagación inabarcable del coronavirus llevó al Gobierno central a aplicar hace ya más de un mes el estado de alarma  a través de un decreto en el que se regulaba que buena parte de la actividad económica que requiere contacto directo con el público, salvo las consideradas esenciales, debían parar máquinas y cerrar sus negocios hasta que la crisis sanitaria remitiese.

No obstante, el tener que atender cuestiones básicas como la seguridad, alimentación, limpieza u otros procedimientos considerados urgentes ha obligado a muchos profesionales a seguir al pie del cañón, aunque con grandes dificultades para conseguir beneficios y facturar, dado que la clientela baja y los pedidos o encargos no son, ni de lejos, los que había antes de la pandemia. Así, pese a no tener que paralizar sus empresas, como sí ha sucedido con muchas otras, las dificultades y la incertidumbre que se les vienen encima son palpables.


Bajón de afiliaciones


Las cifras no engañan y tras una quincena con la vida al ralentí los datos de la Seguridad Social indican que la provincia tiene menos de 100.000 afiliaciones, algo que no sucedía desde hace tres años cuando Ourense comenzaba a asomar la cabeza después de una muy dura crisis económica.

Según los últimos datos divulgados por el Gobierno central, tres de cada cuatro concellos (69) de la provincia anotan menos afiliaciones que al cierre del mes de febrero, una cifra que, unida al aluvión de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) tramitados por empresas que han tenido que echar el freno a su actividad, asusta: más de 16.000 trabajadores están inmersos en un ERTE, con las administraciones desbordadas para hacer efectivos los pagos. 

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Servicio público


Según un estudio publicado esta semana por el INE, el 69,7% de los trabajadores ourensanos están relacionados con actividades esenciales.

Entre los colectivos que deben seguir operando están los taxistas, que han tenido que establecer un sistema de turnos, algo que, unido a que los clientes son escasos cada día, lleva a que el presidente de la Federación Provincial de Taxistas, Francisco Álvarez, cifre la reducción de la facturación "en un 80 0 90%", con servicios muy concretos.

"Trabajamos un día de cada cuatro, alrededor de 25 taxis e incluso alguno por motivos de salud o personales no viene y damos de sobra. Hay muy poco trabajo, casi todo para ir al hospital", señala Álvarez, recordando que las facturas y los gastos siguen ahí, sin apoyos para hacerle frente: "Alguno se puede aplazar, pero no llegamos a cubrir gastos en la mayoría de casos cuando parecía que asomábamos la cabeza. Pero sabemos que tenemos que estar, somos un servicio público". Según explica Álvarez, los taxistas del rural están todavía en peor situación.


Limpieza


La crisis sanitaria ha obligado a los taxistas a elevar también el gasto en limpieza, poniendo a punto los vehículos al finalizar cada servicio. Más cuidadosa es también la labor que realiza Mari Carmen Domínguez, de Limpiezas A Curveira, que capea el temporal como puede, dado que por las características de su trabajo mantiene buena parte de la nómina de clientes con los que trabaja, aunque el cierre de comercios le afecta.

"Es cierto que el golpe económico es menor que para otros compañeros autónomos porque yo trabajo para comunidades de propietarios y tengo 17 edificios y las mantengo, pero los gastos han subido porque hacen falta productos más específicos. Sobrevivo, pero a lo mejor los ingresos han bajado un 40%, no puedo acceder a nuevos clientes y además vas con miedo", sostiene Domínguez, recordando que no existe ninguna ayuda al no haber cesado la actividad y que la caída del 75% de ingresos que se requiere sería casi imposible de alcanzar.


Sin protección


Imprevisión y palos de ciego. Así considera que está siendo la gestión de la crisis Rosa Ana Vicente, encargada de la óptica As Caldas. "A nosotros la Administración no nos facilitó ningún material para atender al público. Lo hemos tenido que buscar por nuestra cuenta porque trabajamos a 30-50 centímetros de nuestros clientes. A nivel negocio, estamos abiertos solo para urgencias, para lo mínimo. La gente ni se rompe las gafas", explica Rosa Ana Vicente, que lamenta también tener que hacer frente a las mismas obligaciones.

"Gastos, por supuestos, eso sí. Los proveedores son los únicos que nos han aplazado pagos. No tenemos derecho a las famosas ayudas porque piden haber tenido unas pérdidas que no son reales. Y en marzo, medio mes fue bien antes de la cuarentena. En abril, llevo vendido unos 1.000 euros. Un abril normal, que es un mes fuerte, estaría entre los 15.000 y los 18.000 euros", añade Vicente.

Con la obligación de prestar servicio están también las clínicas dentales. Carencia de medios de seguridad e ingresos marcan un día a día que desgasta cada vez más. Alba Garrido tiene su consulta en el Consultorio Médico San Rosendo de Celanova. "En nuestro caso estamos sobreviviendo, que es lo único que se puede hacer. Y cada vez se está poniendo la cosa más fea. En cuanto a la seguridad, nos dicen que empezará a haber materiales de protección a partir de mayo, pero a unos precios desorbitados. De locos. No sabes hasta que punto te compensa comprar material", señala Garrido.

El "colchón" de tiempos mejores vuelve a aparecer como solución temporal. "Aguantamos tirando de lo ahorrado o dejando de cobrar. Se queda uno sin cobrar para pagar a los trabajadores. Como tampoco te puedes acoger a un ERTE... Yo tengo la consulta dentro de un centro médico, así que las ayudas no las puedo contemplar".


A pie de calle


Adaptándose a las circunstancias está también Jacobo Fernández, encargado de la frutería Punto Natural. Abiertos desde el comienzo de la crisis, se tomaron una semana de cierre voluntario para "oxigenar". Ahora pelean contra la incertidumbre. "Para nosotros es complicado anticipar las ventas que vamos a tener. Un día se vende bastante, al día siguiente nada. Está la cosa rara. Antes podías controlar un poco más. Pero los pedidos a través de Whatsapp que hemos habilitado como alternativa también nos ayudan", analiza.

Eso sí, la vida era mejor en situación de normalidad. "Sí que nos ha bajado el trabajo en comparación a épocas normales, es así. Ahora empieza a entrar la fruta de temporada como melocotones y nectarina, que la gente tiene ganas de ella, y está un poco parado con este ambiente. Por ejemplo, si un cliente va al supermercado y tiene que esperar cola para entrar, ya que entra, hace toda la compra allí, fruta incluida", señala.


Cambios de criterio


Y si en la ciudad la situación es complicada, en el rural las dificultades se incrementan, justo lo contrario que la ventas. Eulogio Palomanes es el gerente de la gasolinera de Cualedro. El poco tránsito marca las jornadas de trabajo, que se modificaron tras las últimas modificaciones en la normativa: "Agora, tras as derradeiras decisións, estamos facendo servizos mínimos. Eu traballo en horario de mañá exclusivamente e os traballadores colleron vacacións para poder capear o temporal e ofrecer o servizo ós clientes. A ninguén lle gusta coller vacacions nesta situación pero sirve para aguantar e evitar outras opcións como un ERTE".

Situados en un punto estratégico, el cierre de la frontera hispano-lusa es una losa que el regreso al trabajo de varios sectores el pasado lunes no logra atenuar. "A volta á actividade da construcción e a industria non a notamos.Pouca asistencia. As facturas seguen e os ingresos non chegan. As cifras non dan. "O peche da fronteira con Portugal o acusamos, e aínda segue pechada. Levantarte de cama e non saber como vas a organizar nin planificar máis aló dunha semana...", indica Palomanes.


A puerta cerrada


Más de lo mismo viven los talleres mecánicos de la provincia, con la mayoría de los propietarios pegados al teléfono por si suena para solicitar el arreglo urgente de una avería. "Lo vamos a pasar muy mal porque a saber el tiempo que necesitaremos para enderezar todo esto. Somos conscientes de que muchos talleres pueden quedarse por el camino y cerrar, porque no va a compensar estar así", apunta el presidente de la Asociación Provincial de Talleres de Reparación de Ourense, Manuel Álvarez.


Capeando el temporal


Cierta luz en una situación general de sombras la ponen los kioskos. Es el caso de "O Carrabouxo", que regenta Rocío Calviño. Cogió las riendas del negocio en febrero y todas las previsiones saltaron por los aires con la pandemia, pero se mantiene. "Aguantamos, el número de ventas es parecido al de antes de la crisis. Perdimos clientes con el cierre de las cafeterías y bares, por ejemplo, que me venían a comprar. Pero la gente sigue acercándose. Por entretenimiento, como opción o para salir un momento a la calle", aclara.

Autónoma, su condición de "nueva" le da un cierto aire que otros compañeros de cuota no tienen. "Soy una nueva autónoma, así que algo de respiro tengo porque mi cuota no es tan elevada. No sé como harán otros compañeros que tienen que pagar mucho más. En cuanto a ayudas, las he solicitado pero sigo sin respuesta. No sé si significa que no me las han concedido o que siguen sin resolverse". 

Un auténtico mar de dudas general. 

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