Reportaje

Del confinamiento al Ramadán

Birane, Birahim y Baye, en su puesto del rianxo. (Fotos: José Paz)
photo_camera Birane, Birahim y Baye, en su puesto del rianxo. (Fotos: José Paz)

Tres senegaleses han recogido el testigo de un comercio de semillas y plantas en el tradicional rianxo de la Plaza. Como musulmanes creyentes se sumarán al confinamiento del Ramadán de esta noche.

"Mari Luz, buenos días... Nada, aquí como siempre. ¿Cuántas quiere, un ciento o más? Vale, perfecto”. Birane atiende por teléfono un pedido de una clienta, sabe a la perfección de quién se trata. El ciento, un centenar de plantas de cebolla de siembra, a lo largo de la mañana recibirá no pocas llamadas como ésta. Él se las servirá más tarde en una de las tres furgonetas aparcadas en la zona.

- ¿Non levas nada?

- Non, non levo nada. Hoxe veño ver estes “blancos”.

- Se non levas nada hai que ir para casa.

El señor que dice no llevar nada se llama José, y está, desde que se decretó el estado de alarma, confinado en Vilamarín. “Antes da alarma xa marchei para alá, agora veño para facer as compras no súper”, comenta, justificándose. Así hay unos cuantos.

La tradicional zona del rianxo es una de las más vistosas de la Plaza, es como si el tiempo se hubiera detenido en esa pequeña porción de mercado. Si no fuera por el confinamiento, el rianxo a estas alturas del año sería un hervidero de gente, aún así hay ambiente, en su mayoría gente ligada a costumbres labriegas como el señor José, que después de dar no pocas vueltas entre los vendedores acabará comprando sus manojos de pimientos, cebollas o tomates. Antes, como todos, clientes y vendedores, compartirán charlas y golpes de retranca entre ellos, e incluso, regatearán entre simulados cabreos el coste delas plantas. El rianxo es así.

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Los senegaleses, los hermanos Birane y Baye, y un sobrino, Birahim, son la nota de color de este mercado de plantas y semillas, y no solo por su tono de piel ébano y por su hablar atrapado de sonoridad africana salpicado de voces en gallego. Tres senegaleses llenos de energía y juventud que tras quedarse con el negocio de su antiguo “jefe” están “revolucionado” la zona.

“Dille ao vello que non salía para fóra” “E ti por que saes”, espeta Birane, en una suerte de retranca aprendida. “O vello” es Samuel Pérez, quien hace años puso a estos senegaleses a atender el negocio.

En cayuco

Birane tiene 40 años, casado y con dos hijos -16 y 15 años- que viven con su madre en Dakar, su mujer está con él. ¿Cómo se lleva? “Hay que ir todos los años”, en breve espera traerlos. Antes de vender plantas se ganaba la vida como pescador, navegando desde Freetown, en Sierra Leona, hasta Sudáfrica, por ello no se puso nervioso en demasía -un paseo- cuando en 2006 viajó durante 10 días en cayuco hasta Tenerife junto a 99 compatriotas.

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Con buena parte de ellos -habían trabajado ya juntos en Senegal- mantiene un grupo de Whatsapp. Desde allí, primero a Madrid, y dos meses en un centro de acogida para inmigrantes en Córdoba. Después, la siguiente estación, sería Ourense, donde estaba su hermano mayor y Baye, que ya trabajaba -desde hace 16 años- como empleado en este negocio.

Una pareja de señores mayores, envueltos en mascarilla y ella, según dice con problemas de salud, pide pimientos para plantar. Estos irán a una huerta a Trasalba.

Ellos son musulmanes, creyentes, a las puertas de un Ramadán que se inicia esta noche. El negocio tal como hacía su anterior dueño incluía puestos de pan y rosquillas por un gran número de romerías cristianas por toda la provincia. ¿Contradicción? “Nosotros vamos a hacer negocio”. Mientras comenta lo estricto de las normas en Ramadán, toca ayuno, desde las 4h/5h de la mañana. No comes nada hasta las 9.30h de la noche; ni comes, ni bebes, ni nada”, despacha un manojo de pimientos de Padrón, de los que no pican, así se lo refleja a la clienta en la bolsa con un rotulador. En Senegal también hay coronavirus, pero sólo con dos fallecidos, “por la temperatura”, dice.

Si el Covid-19 ha menguado sus ventas, por el confinamiento, ellos no dudan en servir estos días plantas donde haga falta. A las plantas han sumado ahora una frutería El teléfono no para de sonar. Lobios, Betanzos, Escairón, en el día de ayer. “Hai que moverse moito, moito”. “1,2,3...12; este va de regalo, carallo”.  Ya saben, los pimientos de Padrón...

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