Conservar los recuerdos más antiguos de toda una vida

Hoy se celebra el Día Mundial del Alzhéimer, y en la Residencia Divino Maestro, de la Fundación San Rosendo, organizan una exposición y talleres para que recordar sea un juego compartido.

Serafín sobrevoló en avioneta la cumbre del Everest, María vivió en Alemania casi tres décadas y Luis recorrió todo el mundo a bordo de buques mercantes. La memoria es lo que nos define y hoy, Día Mundial del Alzhéimer, trabajarla para que sea un juego compartido y conservar los recuerdos de toda una vida son los objetivos de los 65 mayores que viven en la Residencia Divino Maestro de Ourense, de la Fundación San Rosendo.

Entramos en un salón soleado lleno de ventanas donde los mayores dibujan, hacen puzzles y leen el periódico, y solo se escuchan algunos murmullos. “Más de la mitad tienen deterioro cognitivo, físico y otras patologías. Son todos muy mayores, aunque tenemos algún residente muy joven con alzhéimer que ronda los 60 años. Y tenemos más de una veintena de nonagenarios”, explica la directora del centro, Mónica Pereiro, que señala que el 70% de los residentes son mujeres.

El lema de este año del Día Mundial del Alzhéimer es “InvestigAcción”, por eso han organizado un mural sobre investigación, desde la inversión económica hasta la formación de profesionales, y sobre acción, que han centrado en la residencia. “Nuestra residencia es como un puzzle: el equipo técnico, el de gerocultores, el de cocina, la dirección... Todas son piezas importantes para que todo funcione correctamente”, indica Pereiro.

Aunque los mayores tienen talleres todos los días, hoy están haciendo actividades relacionados con la memoria. “Trabajamos la estimulación cognitiva; la orientación a la realidad, que es la lectura de diarios; la psicomotricidad fina, que es el encaje de piezas; y de entrenamiento de la mente, que es la realización de puzzles”, señala Sonia Prado, educadora social.

El apoyo familiar y las visitas de los hijos son fundamentales. “Una de las cosas más importantes es que se sientan vinculados con sus familias. Incluso en los deterioros más graves, reconocen a su familia. Podrán no saber el nombre, pero se sienten cómodos con ellos. Recomendamos que se sigan manteniendo las visitas. Aquí hay residentes que tienen visitas todos los días; eso genera mucho apoyo y tranquilidad”, reconoce la directora.

En la Residencia Divino Maestro, los mayores se reparten en distintos salones dependiendo de sus capacidades cognitivas, en función de si su deterioro cognitivo es más leve o más avanzado. Cada grupo tiene diferentes terapias, actividades y cuidadores. “Aunque a veces los mezclamos un poco porque está demostrado que una persona con un deterioro más acusado se estimula más si está con alguien con un deterioro más leve. Dependiendo de la persona y de la actividad, los mezclamos un poco para que en esa interacción se estimulen más”, afirma Pereiro.

 La pandemia fue durísima. “Afectó al 80% de la residencia y al 80% de los trabajadores. Fue terrible, pero salimos muy reforzados. La lección que aprendimos es que lo importante es el equipo, que no tuvo miedo”, asegura la directora, que confiesa que todos los días aprende algo de los mayores, como que la vida pasa demasiado rápido y hay que disfrutarla.

Cuatro mayores de la residencia Divino Maestro comparten sus memorias

“Antes era ama de casa; ahora me gusta mucho pintar”

“Cuando era joven trabajaba como ama de casa. Llegué a la residencia hace dos años y medio porque me caí y me rompí la cadera. Ahora estoy bien aquí porque en casa no podían cuidarme en ese estado. Me gusta mucho pintar; tengo una carpeta llena de dibujos y se los regalo a mi único hijo, que se llama Luis”.

Sin título2
TERESA PÉREZ, 94 AÑOS

“Soy sacerdote y sobrevolé en avioneta la cumbre del Everest”

“Soy sacerdote, y fui  deán de la Catedral de Ourense y profesor del Seminario. Estudié Teología en Salamanca, y Filosofía y Letras, en  Madrid. Viajé mucho: estuve en China, India y sobrevolé en avioneta la cumbre del Everest. Llevo tres años en la residencia; me gusta leer La Región y jugar al dominó por divertimento, no por interés”.

Sin título1
SERAFÍN MARQUÉS, 92 AÑOS

“Fui marino mercante y anduve por todo el mundo”

“Fui marino mercante de profesión y anduve por todo el mundo. Todos los barcos, países, mares, queridas… Tuve dos queridas en cada puerto (risas). Lo que más me gustó fue Brasil y toda  Sudamérica. Estuve en barcos liberianos, panameños, ferries y petroleros. Aquí me gusta leer el periódico y jugar al dominó por la tarde. Así pasamos el tiempo”.

LUIS BOBILLO, 81 AÑOS
LUIS BOBILLO, 81 AÑOS

“Trabajé en varias fábricas en Alemania durante 28 años”

“Trabajé en Alemania 28 años, desde los 15. Primero, en una fábrica de cunas, y luego, en otra de galletas y bombones. Allí tuve que aprender alemán. Cuando murió mi padre, regresé a Ourense. Llevo tres años en la residencia; aquí hago puzzles, bufandas, gorros y alfombras.  Tengo una hija que viene a verme; estudió ingeniería naval”.

MARÍA BARJA, 72 AÑOS
MARÍA BARJA, 72 AÑOS

 

Te puede interesar