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El procesado por el envenenamiento de un vecino sólo respondió a las preguntas de su letrado
El procesado por el llamado 'crimen de la estricnina' declaró ayer en la primera sesión del juicio en la que un jurado popular, integrado por ocho hombres y tres mujeres -una de ellas estudiante de Derecho-, debe dictaminar si planificó el asesinato de Felisindo González Santiago (64 años) o bien da verosimilitud a su explicación de que no hubo intencionalidad.
En este juicio, que se repite tras la anulación de la sentencia condenatoria por parte del Supremo, solamente respondió al interrogatorio de su letrado, Juan Carlos González, ya que 'eses señores (en alusión al teniente fiscal Valenzuela y al letrado de la acusación particular, José Ramón de Dios) no creen en lo que digo'.
Según el inculpado, metió estricnina en una botella de vino 'para matar jabalíes (...); todo el mundo lo utiliza, aunque nadie lo diga porque está prohibido'. Su intención era empapar pan duro que había llevado días antes al monte con vino envenenado'porque la gente mayor comenta que todos los bichos mueren con la estricnina'. Para ello, tal como comentó mirando al jurado, el 22 de noviembre de 2009 acudió a O Pereiro, en Castro de Escuadro (Maceda), a donde iba los fines de semana para respirar aire puro, dado que sólo tiene un pulmón. En una bolsa introdujo el vino mezclado con estricnina y lo encorchó 'en una botella sucia, con barro y telarañas, que tenía en el garaje'. En la mima bolsa, metió mandarinas y dos latas de conserva (atún y calamares) que, según dijo, eran para su consumo personal de paso que iba al monte.
Lamelas Álvarez no llegó a ejecutar su plan de envenenar a los jabalíes porque por el camino vio setas en un sendero y posó la bolsa en el suelo. A partir de ahí, dice que se puso a coger 'cogordos' y se olvidó del primer plan. Pero, según matizó, no dejó la bolsa en la cancilla de la finca de la víctima, tal como sostienen las acusaciones, sino '50 metros más arriba y en el suelo'. 'Nunca llegué a esa cancilla, no sé de donde sacaron eso', relató el acusado.
Ese vino fue el que posteriormente, dos días después, bebió Felisindo González Santiago confiado en que la bolsa era de un cazador que la había olvidado ya que en el lugar en el que la familia dice que apareció había cáscaras de mandarina y colillas.
También restó énfasis a la enemistad que, según sostienen las acusaciones, mantenía con la víctima. De hecho, pocos días antes de esta fatalidad, le ayudó a devolver a su prado a unas vacas embravecidas. Aunque reconoció que se cruzaron varias denuncias al concluir su relación laboral, también añadió que 'nunca llegaron al juzgado'.
Felisindo González estuvo viviendo en una casa del inculpado en Castro de Escuadro nueve años ya que le ofreció trabajo como pastor de una explotación ganadera. 'Le ofrecí trabajo, sueldo y una vivienda digna porque hasta entonces vivía en un pajar sin agua y sin luz', relató. Fue la víctima quien puso fin relación laboral, según la versión del Lamelas Álvarez.
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