Cuestionan la flota de Monbus en la instrucción del accidente de la N-541

Estado en el que quedó el autobús accidentado en la noche del 24 de diciembre del pasado año.
photo_camera Estado en el que quedó el autobús accidentado en la noche del 24 de diciembre del pasado año.
La acusación popular que ejerce Galibus alude a la antigüedad de los autocares de Monbus y a la falta de contador de viajeros

La instrucción judicial por el accidente de un autocar de Monbus en la N-541 en la Nochebuena del pasado año, uno de los más graves de las últimas décadas en Galicia, con siete muertos y dos únicos supervivientes, ya tiene fecha para la declaración en sede judicial de los dos únicos supervivientes: el conductor, Carlos Monzón Casales, en calidad de investigado por siete homicidios imprudentes, y la pasajera que regresaba de la cárcel de Monterroso, en donde estaba ingresada su pareja, como testigo. Será el día 9 del próximo mes a media mañana en el Juzgado de Instrucción 1 de Pontevedra.

El siniestro tuvo lugar en Cerdedo-Cotobade, a las 21.12 horas, en la carretera que enlaza Ourense y Pontevedra, en una noche con lluvia torrencial. El autobús, en sentido Pontevedra, cayó al río Lérez tras la pérdida de control del autocar. Entre las víctimas había una profesora que impartía clases en Carballiño.

Documentos incorporados que cuestionan a Monbus

Pese a que el extenso informe pericial del equipo de reconstrucción de accidentes de la Guardia Civil -tiene 136 hojas- apunta como causa principal a la velocidad a la que iba el autobús -a 90 kilómetros por hora en una zona limitada a 80-, hay otros documentos incorporados que cuestionan a la empresa y su flota de autocares. La Asociación Gallega de Transporte de Viajeros por Carretera (Galibus), personada en el caso como acusación popular, aportó un informe pericial, fechado en junio de este año, sobre la evaluación del uso de la flota que concurre a las licitaciones públicas del transporte regular de viajeros por carretera en Galicia y en el que la empresa lucense Monbus no sale muy bien parada en el análisis de lotes, en el que aparece el vehículo accidentado (marca MAN/Irizar, modelo i6 12.35, matrícula 9676JYH).

Entre otras cuestiones, el experto técnico que lo rubrica, David Álvarez, asegura que “en el caso de las empresas de Monbus, la repetición de los mismos vehículos en más de un contrato resulta aplastante  y el número de vehículos que aparecen solo una vez pasa del 82,2% de 2021 al 69,3%”. Hay autocares -añade- que aparecen en hasta 12, 13 y 14 concesiones diferentes. Y alude también a la edad media y máxima: “En el caso de la edad media se observa que en el 66% de los lotes se incumple con un incremento medio de tres años adicionales a los ofertados; en relación a la edad máxima ofertada, en todos los lotes se incumple”. A juicio del perito, “se dispone de una flota muy por encima de lo ofertado, con valores que superan el límite entre 4, 5 y 10 años adicionales”.  

El informe destaca que solo en el 8% de los casos se da el cumplimiento de todos los criterios.  

Galibus también llama la atención sobre “la irregularidad consistente en que no se supiese desde el primer momento el número de viajeros que iba en el autocar siniestrado” (la séptima víctima mortal rescatada río abajo dos días después no figuraba en la lista de pasajeros). Añade que es obligatorio que todos los autocares de las líneas de viajeros concedidas por la Xunta cuenten con un sistema llamado SAE que, entre sus funciones está la de contabilizar a tiempo real la ubicación exacta del autocar y el número de viajeros. Esa información debe llegar tanto al Centro de Operaciones de la empresa titular de la concesión como a la Dirección Xeral de Transportes.

El conductor atribuye el siniestro al “aquaplaning” 

La velocidad, según el equipo de reconstrucción de accidentes de la Guardia Civil, fue el elemento principal que intervino en este grave siniestro, pero no el único, teniendo en cuenta el estado resbaladizo del pavimiento, con balsas de agua, debido a la lluvia torrencial que caía en ese momento. El atestado de la Guardia Civil tras el siniestro destaca que “la vía estaba insuficientemente iluminada, había lluvia, viento fuerte y la calzada  estaba en condiciones desfavorables por la cantidad de agua acumulada, así como la cantidad de agua que bajaba y cruzaba la calzada procedente de la carretera PO-230 (Campolameiro-Vichocuntín)”. El conductor, con 32 años de experiencia,  antes de despeñarse tras dar volantazos, tal como relató la única superviviente, gritó: “¡No lo controlo, no lo controlo!”. 

El chófer, Carlos Monzón, solo declaró por ahora ante la Guardia Civil. Aseguró que el autocar hizo aquaplaning y que las ruedas traseras se bloqueaban. Tanto la superviviente como el conductor aún no declararon en el juzgado.

Por su parte, Juan Carlos Toribio, representante de la plataforma ciudadana Unión Internacional para la Defensa de los Motociclistas, consideró que “el sistema de contención del puente era insuficiente y de dudosa certificación”, y así lo aportó al procedimiento judicial.

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