crónica

Alumnos con altas capacidades: "Cuando me enteré, me cuadraron más las cosas"

Ourense. 04/10/2019. Reportaje sobre alumnos con altas capacidades.
En la foto alumnos de IES O Couto. Sara Balboa, Luis Martínez, Aldara Estévez, Abel Fornos.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Alumnos de altas capadidades en el IES O Couto. (XESÚS FARIÑAS)
Niños y adolescentes cuentan cómo es su día a día en un sistema que, pese a los avances, no siempre está a su nivel de empatía. Ellos apuestan por la integración en el aula  –"es muy gratificante" – mientras que padres y expertos aplauden la llegada del protocolo de la Xunta de Galicia y sitúan la clave en el profesorado: "Todo depende del docente. Incluso en el mismo centro puede ser una lotería". 

Suena el timbre en el IES O Couto. Y en el aula de Pablo Rodríguez entra un grupo de alumnos con altas capacidades. Son cuatro de los 23 alumnos de este centro diagnosticados con esta diversidad. Y él es el docente destinado a su atención, el único de un centro público gallego junto a su compañero del CPI del barrio. "Podemos acabar primero el bocadillo, ¿no?", preguntan con guasa.

El día anterior estuvieron discutiendo el género del tema que abre "Manhattan" de Woody Allen. No es big band ni jazz. Es una rapsodia de Gershwin. Los cuatro están en la misma clase de 1º de Bachillerato. Cursos atrás, llegaron a juntarse 10 en la misma aula. "Nos diagnosticaron con 5 años. Nos preguntaron si queríamos cambiar de curso en 1º Primaria y dijimos que sí, tampoco nos gustaba mucho el ambiente", dice uno de ellos. "Aquí sabemos de qué pie cojea cada uno, avanza otro de ellos. Con compañeros que se cambiaron de centro, la adaptación puede llegar a ser difícil...".

"Mi hijo es muy adaptativo", interviene la madre de uno de estos alumnos con altas capacidades. "A veces, demasiado. Y eso puede ser malo, a veces", responde otra de las madres. Y recuerda: "Un niño estaba muy solo, y en lugar de ir con él... Los otros (niños) eran muchos. Luego pensé cómo lo habría pasado. En verano le pedí perdón". Madre e hijo están sentados en una terraza de As Lagoas junto a su hermana. El chaval, en 3º de ESO, va también al IES O Couto. Le diagnosticaron altas capacidades cuando tenía 6 años. "Le daba clase un compañero mío de facultad. Y me dijo: 'Tenemos que hacer algo porque si no estaremos cometiendo un grave error'. No sabíamos qué le pasaba, pero en clase silabeaba al leer: 'Cam-pa-na'. En casa, perfecto. Un día le pregunté qué pasaba: 'A ver mamá. Si no leo como leen los demás niños, no me siguen la lectura y no saben por dónde voy".


La cuestión del género


Destacan cómo se camuflan las mujeres con altas capacidades según van cumpliendo años. "Detectar a las chicas es complicadísimo", interviene Pablo Rodríguez. "Yo nunca he dejado de dar mi opinión en clase ni decir lo que pienso", reivindica una de las alumnas con esta diversidad desde su clase de O Couto.

Mientras, en Maristas está otra alumna con el mismo diagnóstico. Ella va en 6º de Primaria, y es uno de los 67 alumnos diagnosticados con altas capacidades en este centro concertado de la ciudad. "Lo llevo como una cosa normal –explica la niña–. A ver, a veces me aburro en clase. Pero en general muy bien. Y con los amigos, guay". A su lado, su compañero, de 2º de Bachillerato. describe que le "notaba que era un poco diferente. No para mal. Pensaba que hacía cosas que los demás no. Cuando me enteré que era de altas capacidades, me cuadraron más las cosas".

Entre Maristas y el IES O Couto suman 80 alumnos con altas capacidades. En el CEIP de A Ponte solo hay uno. "Cada año somos uno menos: éramos cuatro. Luego tres. Después dos. Y ahora...", enumera, con calma, uno de los alumnos. Está sentado en una terraza de A Ponte junto a su madre: "Lo diagnosticaron en Infantil. Tuvo una profesora que era una maravilla. Pero luego pasó a Primaria. Y la siguiente profe me dijo un día: 'Tu hijo parece un poco cortito'. Luego me pediría disculpas".

ma_2019_10_04_6538_resultado

"Todo depende del profesional que te toque en el colegio. Ahora tenemos una profesora que nos ha caído del cielo", analiza María Suárez, madre de un niño de 10 años, y miembro de la Asociación de Superdotados de Galicia (ASAC). "Incluso en el mismo centro puede ser una lotería. Depende del tutor, del carácter del niño... ", lanza Ángeles Rodríguez, presidenta de Anaco. "Todo depende del docente de cada curso –dice María Pedrouzo, madre de dos hijos y miembro también de ASAC–. Hemos pasado momentos terribles, y momentos muy buenos. Depende de la sensibilidad que muestren con ellos".

En este contexto entra el nuevo protocolo de la Xunta de Galicia. "Es un gran paso. Muchas veces no es que los profesores no quieran. Es que hay un gran desconocimiento. Soy optimista, aunque hay que poner medios", aplaude Rodríguez. "Es un paso. Antes no había nada escrito oficial, que viniese de la Xunta, para que los padres nos pudiésemos apoyar", valora María Pedrouzo. "El protocolo ayudará mucho a la detección", dice Opazo. "Pensábamos que tenía un trastorno bipolar o algo así. Él decía: 'No soy yo, es mi cabeza'. El día que me leyeron el diagnóstico lloré como una magdalena. Mi hijo no estaba enfermo". "Los profesores tienen que aprender a tratar con necesidades especiales", apunta. A la mayoría les tiran las ciencias, pero una de ellas quiere estudiar Magisterio. "Normalmente cuando la gente escucha esto me dice: 'Pues mujer, podías hacer otra cosa más...". Cuando le llega a Pedrouzo la anécdota por teléfono interrumpe rápido: "¡Al contrario! ¡Qué maravilla! Dios mío, se necesitan profesores así...".


Modelos educativos


¿Cuesta levantar la mano en clase? Responden en O Couto: "A mí sí. Nunca lo hago, soy muy tímida", reconoce. "De vez en cuando", dice uno de ellos. "Si levantas mucho la mano puedes acabar pareciendo un pedante", apostilla otra chica. Encima de la mesa está el modelo SEM de enriquecimiento curricular. "En O Couto lo aplicamos al 80%. El margen es para adaptarlo a la realidad del centro", explica Pablo Rodríguez, que recuerda la evolución del sistema. "Antes nos íbamos de clase y el ambiente no era tan bueno". "Había mucha competitividad, mucha tensión. Teníamos grupos separados", explican. "Preguntaban por qué nos íbamos de clase", completa otro de los alumnos, que no tiene dudas: "Incluir a toda la clase ha sido muy gratificante. Y el ambiente ha mejorado mucho".

Ourense. 04/10/2019. Reportaje sobre alumnos con altas capacidades. En la foto los alumnos de Maristas Álvaro García, Martina Quintas.
Foto: Xesús Fariñas

El año pasado su orientadora estaba enferma del riñón, y en clase de TICs hicieron una app para enfermos renales, que presentaron en el Galiciencia. Alguno –entre ellos su profesor específico– aún la tiene en el móvil y la muestra orgulloso. En el CEIP de A Ponte, uno de estos chicos vive otro escenario en sus clases de enriquecimiento: "Este curso, voy a hacer un vídeo sobre la Prehistoria". "Luego lo presentan por los cursos –explica su madre–. ¿Y te gusta?". Responde al vuelo: "Prefiero quedarme. Total, a ellos (sus amigos, con los que se lleva genial) no les importa si lo hago bien o mal". Los rapaces de Maristas están cómodos con el modelo que tienen sus aulas –que incluye proyectos específicos para chavales con altas capacidades y de alto rendimiento–. "Un profesor está atento a los que le cuestan más. Entonces tú a veces te aburres un poco y es mejor hacer otras cosas”, apuntan.


Series, ajedrez y videojuegos


A otro de estos alumnos le encanta la historia. "Está leyendo sobre la I Guerra Mundial. Y se escaralla con 'Big Bang Theory' –explica Ruth–. Intento que viaje lo máximo posible, que amplíe su mirada. Tengo la responsabilidad de que no se pierda". Ambos, madre e hijo, van a los talleres de Anaco. "Mi objetivo es desarrollar su talento para que sea feliz", incide por su parte María Suárez. La niña hace natación –tres horas al día–, otro de ellos, taekwondo, y otros dos están en el Conservatorio. A los cuatro les flipa leer –"Es complicado encontrar a gente para hablar de libros", confiesa uno de ellos, que está con 'El mundo de Sofía' y 'Fahrenheit 451' – y ver series como "Peaky Blinders" o "Sherlock".

Otra de niñas es portero de fútbol. También juega al ajedrez. Pero no le gusta competir. Nada. "En un torneo en Celanova, su padre veía que hacía jugadas sin sentido. Al terminar la partida, le preguntaron qué había pasado: 'A ver, era su primera partida (del rival). Imagínate si la primera vez te ganan en el primer minuto. Le dejé jugar un poquito". Otro de ellos también juega al ajedrez. Pero tampoco le gusta competir. En cambio, disfruta hacerlo online con los videojuegos –donde es un fenómeno–. Cuando le recordamos esa aparente contradicción, espeta: "Ahí no saben quién eres. Y si se burlan de ti, simplemente borras tu cuenta y te creas otra. Y ya”. Él es un auténtico pedazo de pan, se despide con una sonrisa tímida. Y ofrece una chocolatina antes de irse. 

Te puede interesar