La eclosión de las bodas genera hasta dos años de espera por el restaurante

Imagen de un salón del sector de las bodas, celebrado en Santa Cruz de Arrabaldo
photo_camera Imagen de un salón del sector de las bodas, celebrado en Santa Cruz de Arrabaldo
El bum se produjo el año pasado, tras el parón provocado por la pandemia, pero los hosteleros, empresas de eventos y fotógrafos ourensanos constatan que el negocio ha resurgido

El sector de las bodas vive un momento dulce en la provincia después del duro golpe de la pandemia. El 2023 superó las expectativas de restaurantes, floristerías y fotógrafos, que esperaban cierta caída en la demanda tras el bum de 2022. “Este ano fixéronse menos co ano pasado, porque no 2022 houbo moito evento que viña posposto polo covid. Pero aínda así, houbo moito movemento”, asegura Carlos Fernández, de O Barazal. “Seguimos ca onda da pandemia. O ano pasado foi un tsunami e os que non puideron casar porque as datas estaban collidas tiveron que pospoñer. E así as vodas vanse acumulando”, señala el fotógrafo Borys Martínez. “A verdade, este 2023 foinos moito mellor do que esperabamos”, apunta Jorge García, de Discomóvil Jorge

Para asegurar la fecha de la ceremonia, las parejas llegan a contratar los principales servicios (restauración, fotografía y música) con hasta tres años de antelación. “Eu teño xa vodas para 2025 e para 2026, sobre todo en datas de verán, que hai máis demanda. Se queres casar en agosto só tes catro ou cinco fines de semana, e coa cantidade de vodas que hai, a xente é previsora”, explica Martínez. “O tempo mínimo para reservar é dun ano e medio, aínda que tamén temos clientes que o fan con tres anos de antelación”, apunta Fernández, que habla del cambio de tendencia: “Agora as vodas planifícanse con moito máis tempo que antes”. 

Bodas en invierno

El sector da cuenta de la desestacionalización de las ceremonias en los últimos años. Si antes se celebraban de mayo a septiembre, ahora aumentan los eventos en meses como octubre o noviembre. “Nosotros aún tenemos en diciembre varias bodas, mucha gente se está pasando al invierno”, comentan desde la Floristería Santa Mariña de la ciudad. Aun así, el verano sigue siendo la época fuerte. “Pero agora xa non se celebran só en sábado, cada vez hai máis en venres e domingo, incluso entre semana se a fan en agosto”, comparte Borys Martínez. 

Al margen de las fechas, las propias celebraciones también han cambiado hasta transformarse en pequeños festivales. Al tradicional convite y el posterior baile se han ido añadiendo nuevos elementos como discotecas móviles, fotocoles y decoraciones, puestos de maquillaje o tatuajes, fuegos artificiales o, incluso, toros mecánicos. “As vodas cambiaron moito nestes anos: xa non é aquilo de sentarse a comer, agora faise de todo e a xente divírtese moito”, recalca Martínez. Jorge García habla de la influencia de las redes sociales: “Os noivos ven moitas fotografías de vodas e queren que a súa sexa perfecta, como de conto, coma a dos famosos”. 

En esa línea, desde la Floristería Santa Mariña apuntan las nuevas modas: “Ahora se decoran mucho más los restaurantes, las mesas, la entrada… ya no solo nos encargan el ramo de novia. Y los gustos cambiaron, se lleva mucho las ramas, los eucaliptos, ya no tanto las flores en sí, como hace años”. 

Menos comensales

La proliferación de servicios en las celebraciones ha supuesto el incremento del precio del evento, que supera los 30.000 euros en la mayoría de casos. Esto, sumado a la inflación, provoca que las bodas sean de menor tamaño. Según explica Carlos Fernández, de O Barazal, el número de invitados se ha reducido notablemente: “Hai dez años a media de comensais estaba en 150 ou 160 por voda, agora está en 90 persoas, e xa é moitísimo. Os prezos disparáronse, así que agora as parellas acotan máis os invitados aos familiares e aos amigos, xa non se invita a tanta xente como antes”.

180 matrimonios en el Obispado desde enero

Los datos del Obispado de Ourense coinciden con el análisis del sector: las cifras son menores que en 2022, pero son cercanas. Si el año pasado se registraron 209 expedientes matrimoniales, en lo que va de 2023, son 184 (una veintena menos). Por su parte, solo el Registro Civil del partido judicial de Ourense (la ciudad y los municipios del área metropolitana) contabilizó 129 matrimonios desde inicios del mes de julio hasta ayer (una media de 25 bodas por mes). 

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