Edificaciones en ruinas: siete emblemas de la ciudad de Ourense moribundos

La vieja cárcel de la calle Progreso. XESÚS FARIÑAS
photo_camera La vieja cárcel de la calle Progreso. XESÚS FARIÑAS
Ourense esconde, o más bien muestra con desidia, siete edificaciones en ruinas que afean sus rincones. Para la mayoría no hay más plan de futuro que servir de lienzo a los grafiteros o acoger okupas bajo lo que queda de sus techos.  

Siete edificios emblemáticos de Ourense y su área están hechos una ruina. El complejo deportivo del Bamio, la vieja cárcel, el Centro de Interpretación de Parques Naturales, la Casa Goreti, la Fundación Ogando, la cafetería de las Pozas de Maimón y el Psiquiátrico de Toén evidencian moribundos el paso de tiempo, constituyéndose como un feísmo más en la ciudad y alrededores.

La vieja cárcel de la calle Progreso pasó de estar abandonada a convertirse en picadero de heroína. Ahora, según el Concello, serían necesarios 3,3 millones de euros para las obras de reforma. 

En el Centro de Interpretación de Parques Naturales las obras se paralizaron en 2012. Ahora, una década después, el boceto de edificio sirve de lienzo para el grafiti. También es punto de encuentro para okupas ocasionales: colchones hinchables, ropa interior o latas de cerveza son algunos de los enseres que ambientan esta escombrera municipal. 

En el Casco Vello, algunos edificios en abandono como la Casa Goreti o la Fundación Ogando fueron profanados para juergas eventuales o noches bajo techo. 

El Bamio, que ardió la semana pasada, surte de cobre o marcos de ventanas a los amigos de lo ajeno, dando un susto a los vecinos de vez en cuando. También con un incendio en su pasado -en 2019- está la cafetería de las Pozas de Maimón. Pese a que los concejales del PP Jorge Pumar y Sonia Ogando pretendían recuperarlo hace un año, por el momento continúa igual. Con una estructura endeble y algunos okupas residiendo en ella, perro incluido, que sobrevive llena de basura y goteras incesantes. 

Más lejos queda el hospital psiquiátrico de Toén, que en algún momento se convertirá en una “universidad” para bomberos. Por ahora, museo del grafiti y picadero ocasional. 

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