“No es un lujo, es un derecho”

Mónica no está sola en su lucha por la inclusión y los derechos de sus dos hijos sordos, a quienes se les niega el apoyo escolar de intérpretes que necesitan.

La Ley 27/2007 reconoce “el derecho de libre opción de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas al aprendizaje, conocimiento y uso de las lenguas de signos españolas, y a los distintos medios de apoyo a la comunicación oral”, y eso es justo lo que reivindica Mónica Prada para sus dos hijos, Edgar y Gilbert, a quienes se le niega el acompañamiento de intérpretes que necesitan. Ambos estudian en el CEIP Mariñamansa, y es precisamente delante del centro educativo donde ayer se hicieron oír con eslóganes como “no es un lujo, es un derecho”, porque esta familia no está sola, y con el apoyo de intérpretes, madres, padres y alumnos de la provincia seguirán la lucha hasta conseguir que ambos cuenten con asistencia durante toda la jornada escolar.

“Edgar, que es el pequeño de cuatro años, tiene 10 horas a la semana con intérpretes de 25 lectivas, lo que supone dos horas diarias. Gilbert, que es el mayor, tiene una hora diaria, cinco a la semana”, explica la madre, quien lleva dos años de lucha incansable, la cual comenzó por un cambio que todavía no comprende. “Hubo un año en el que tuvimos dos intérpretes, y muy bien, tenían casi todas las horas cubiertas, pero de un mes para otro nos los quitaron y no sabemos el motivo”, agrega, y relata que el centro se escuda en que “los niños están implantados y que la lengua de signos es contraria a la oral, que incluso se les puede olvidar cómo hablar”.

Los niños tienen implantes y usan audífonos, aunque esto no es suficiente para que puedan seguir el ritmo de las clases. “Mónica ten dereito a escoller a modalidade educativa dos seus fillos. Logo de anos probando cos implantes percibe que non é suficiente, parte do profesorado opina o mesmo, pero parece que nin o centro, nin Inspección nin Orientación Educativa escoita as súas solicitudes”, afirmó Irene Pazo, intérprete de lengua de signos. La profesional considera que esta situación se debe a “unha ideoloxía contraria” a esta lengua, de la que algunos piensan que “vai perxudicar ós nenos”, una hipótesis que Pazo desmiente.

Mientras la protesta transcurre en las puertas cerradas de un centro donde nadie ofrece respuesta, Edgar y Gilbert juegan a escasos metros, con el único deseo de avanzar al mismo paso que sus compañeros y amigos.

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