EL MACHISMO NO CESA
La violencia de género no da tregua: 2,4 denuncias al día en Ourense
Años de oscurantismo, de prórrogas por la puertas de atrás, de pueblos vaciados y de recursos económicos "expoliados" han acabado saltando por los aires por donde más duele. Un conjunto de expertos llegado desde distintos puntos del planeta desnuda el problema generado por las grandes centrales hidroeléctricas y deja en el alero el trabajo de años: la Ribeira Sacra, un paraíso idílico que aspira a ser Patrimonio Mundial, ha acabado siendo la víctima más visible de las profundas heridas que durante décadas los embalses, construidos en el franquismo en su mayoría pero perpetuados por gobiernos del PP y PSOE, han ido tejiendo sobre una provincia sobreexplotada.
Los expertos del Icomos -Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, una asociación civil no gubernamental, ubicada en París, y ligada a la ONU, a través de la Unesco- visitaron en octubre la zona. Y de allí salieron con una conclusión clara y rotunda: el impacto de presas y embalses es demasiado grande como para hace la vista gorda. "Han colocado la producción de energía y sus infraestructuras en el corazón de un territorio sagrado", lamentan en su informe los expertos internacionales, señalando esta destrucción del paisaje y la escasa repercusión que ello ha tenido, dejando tras de sí una población envejecida y pueblos y templos vacíos y abandonados. En cada una de las 13 páginas del informe que remitieron desde la Unesco aparece al menos una mención al daño que han generado los embalses en una zona en la que, además, ponen de relieve el alto grado de despoblación sufrido, dando cuenta de que al mismo tiempo que las hidroeléctricas se llenaban los bolsillos los pueblos se vaciaban.
Lo primero que hizo el conjunto de expertos independientes al regresar en octubre fue pedir información adicional a las autoridades sobre los embalses. España vendió precisamente estas centrales hidroeléctricas como parte de la candidatura y como una intervención humana que ya forma parte del patrimonio de esta zona. Pero no convenció. Los expertos señalaron cómo esas construcciones "modernas" habían destrozado un paisaje milenario.
Entre monasterios, iglesias, ermitas y viñedos a plena vera del río, los expertos se toparon con un amplio despliegue. Solo en el lado ourensano hay 6 grandes embalses (5 de Iberdrola y 1 de Naturgy) y cuatro minicentrales (una ya caducada, una de Naturgy, otra de Iberdrola y otra de una pequeña productora). En la parte de Lugo, hay 8 grandes presas que se reparten a partes iguales entre Naturgy e Iberdrola, y 6 minicentrales.
Desde la candidatura a patrimonio mundial se defendió que las presas y embalses, construidos en su mayoría a mediados del pasado siglo, "no ha tenido un impacto significativamente negativo en las funciones que admiten las cualidades del paisaje y, en particular, su carácter sagrado". Algo que los expertos no acaban de ver. Es inexplicable a su juicio cómo se puede relacionar estos gigantes embalses con "la historia del monaquismo o usos tradicionales de la tierra asociados o carácter sagrado del paisaje". Destacan las inundaciones de terrenos agrícolas históricos e incluso templos anegados que tuvieron que ser trasladados para construir estos gigantes hidroeléctricos que poco o nada han reportado al territorio y sus habitantes.
La respuesta del Icomos fue contundente: una "transformación física del territorio importante en los últimos 200 años" por estos grandes embalses "que impide tener un paisaje de continuidad" y "preocupación" añadida por "el impacto visual de las turbinas eólicas" que también proliferan. Todo ello salpimentado con un elevado envejecimiento y despoblación y el abandono del patrimonio que esto acarrea, así como los incendios o incluso las canteras. Una combinación que invita a reflexionar.
La asociación O Sorriso de Daniel, defensora del patrimonio, hizo alegaciones donde advirtieron de que "no aparece contemplada ninguna regulación o restricción", respecto al impacto de los embalses. En la misma línea se expresa Xosé Santos, de Ríos Limpos, que habla de "estragos incluso promovidos institucionalmente". Quedan ahora tres años por delante para que el Gobierno desvele los cambios legales en el régimen y plazos de las concesiones hidroeléctricas. Quizá así estos expertos se convenzan de que hay una verdadera apuesta por el territorio.
La Ribeira Sacra es uno de los epicentros de la construcción de embalses durante el siglo XX, pero también en el XXI. Lo que arrancó con la puesta en marcha de la central de Os Peares continuó con un reguero de grandes y pequeñas centrales. Y con polémicas prórrogas como la de Os Peares, que se fueron sucediendo para extender las concesiones más allá de los 75 años fijados por ley. Sin ir muy lejos, en 2013 se estrenaban dos ampliaciones de embalses en la margen derecha del río: Os Peares II y Belesar II.
Todo sin repercutir en unas poblaciones cada vez más pequeñas y con el consecuente abandono de templos, como resalta la Unesco. De ejemplo, cuatro comarcas: Chantada (de 21.367 a 13.012 habitantes en 30 años), Quiroga (de 10.197 a 5.107), Lemos (de 45.775 a 29.780) y Caldelas (de 9.794 a 2.764).
La construcción de grandes presas para la explotación hidroeléctrica "ha alterado significativamente el entorno natural y el ecosistema del paisaje", sostienen los expertos de la Unesco. Una afección medioambiental extensible a todos los rincones de la provincia, donde más de medio centenar de grandes centrales explotan los recursos hídricos.
"Terrazas agrícolas, asentamientos se han inundado, así como algunos pasos tradicionales de los ríos", destaca el informe del Icomos. También se recuerda que la construcción de estos grandes embalses obligó incluso a reubicar las iglesias de San Xoán da Cova y Santo Estevo de Chouzán para evitar sus inundaciones. Por ello, no hay duda: "Los ecosistemas, y posiblemente incluso el clima del histórico paisaje cultural se ha alterado de forma irreversible".
El informe del Icomos lamenta el daño al ecosistema, producto de tantas décadas sin respetar el caudal mínimo y con la eutrofización vinculada a los grandes volúmenes de agua embalsada. El coste es enorme y siempre se ha subestimado, repercutiendo sobre las poblaciones y el medio ambiente. Por ejemplo, desde los 70 la población de los peces migratorios en Europa se ha reducido en un 93%, según datos de la WWF. Entre las causas está la sobrepesca, la contaminación y la fragmentación de los ríos a través de embalses y centrales. El impacto de estas infraestructuras en Galicia ha sido brutal, como ya reconocía la Lei de Pesca del 2006: "As presas fan que máis do 70% dos nosos cauces fluviais sexan inaccesibles as especies migratorias (...) En 50 anos, as existencias de salmón reduxéronse en máis dun 99%".
Para Ourense, el balance económico de llevar 70 años siendo uno de los motores hidroeléctricos de España es desolador. Con las empresas concesionarias de los embalses fuera de Galicia y un organismo de cuenca dependiente de Madrid, en la provincia solo revierte de forma directa los impuestos municipales (IAE e IBI) que pagan las eléctricas en los concellos sobre los que se asienta la presa y la parte correspondiente del canon autonómico fijado por el bipartito para compensar a los ayuntamientos afectados por estas infraestructuras. Son solo unas migajas del negocio de centenares de millones de euros que se extraen al año de los ríos de Galicia. Una comunidad a la que exportar el 35% de la electricidad que genera y soportar el impacto ambiental negativo ni siquiera le vale para pagar menos en la factura de la luz.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
EL MACHISMO NO CESA
La violencia de género no da tregua: 2,4 denuncias al día en Ourense
Los ingenieros agrícolas de Ourense renuevan su cúpula
Pepe Paz, presidente do Colexio de Enxeñeiros Agrícolas: “Temos que facer un novo rural con mais industrias agroalimentarias”
UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
CULTURA EN EL RURAL
La Red Provincial de Auditorios de Ourense alcanza los 7.500 espectadores
Lo último