Pasó lo que pasó

Los infalibles ya están aquí

Pedro Sánchez.
Nada que tenga mácula va con ellos. No cabe razón para el error o la disculpa, que bien se sabe que es cosa de débiles y timoratos. Ni por las altas instancias del Gobierno ni por el cortijo populista local

Santificados sean sus nombres, amén

A salvo de algún notas que cura su claustrofobia agotando al perro, yendo al confín de la ciudad a por pan o intentando escapar al sanjenjo para rular por Silgar cuando no se debe, el resto ha hecho voto de clausura cantando gregoriano por el pasillo, esta vez un claustro. Somos pacientes, obedientes, incluso aborregados. Lo sabemos bien en Ourense, tierra que gusta ser pastoreada. Espacio fecundo pero inmóvil, esperando la última fantasía de El Gran Timonel que movilice a la joven guardia roja. Por eso aquí no es difícil decir amén más allá de los actos litúrgicos de esta atípica Semana Santa, como mucho la tibieza del depende. ¿Quince días en casa? Sea. ¿Otra ronda de quince? Venga. ¿Vamos a por el mes o mes y pico? Si se empeña... Es como entrenar a sentadillas. Primero te rilas, pero después luces músculo. El poder siempre se crece con la obediencia y cuando no la consigue, asusta o reprime. A esto último estamos yendo, ojalá me equivoque. Estamos, decía, cumpliendo nuestro papel de hacer caso cuando los representantes nos dan el mismo jarabe de soberbia, levitando por encima de nuestra flaqueza.

La gente calla y obedece y quienes nos representan vociferan y discrepan incapaces de acordar algo que no sea seguir donde están. Los días pasan, las víctimas se cuentan por millares, el dolor abre brechas profundísimas, la gestión de esta pandemia deja lamparones en sus impolutos trajes, la economía se precipita hacia una inmensa sima pero aquí nadie tiene de qué arrepentirse, ningún partido es capaz de revisar sus supuestos. Todos, como teleñecos, van con el discurso aprendido y el índice presto para pulsar el botón del voto que le manden. Causa sonrojo ver interminables discursos para dejar tesis preconciliares. Actitudes paternalistas para crédulos. Mensajes superfluos creyendo que la cita a un estadista le confiere más autoridad. Ellos, viviendo su realidad paralela y a este lado, sufriendo, aguantando, obedeciendo. Amén.

Pagando una ronda de cuotas

El político populista lo reescribe todo porque para él no hay freno administrativo que impida su política antojadiza. Los cargos de este corte han crecido dando cheques para pan ante las cámaras de algunas teles. El populismo siempre germina en la ignorancia y la escasez material. La principal libertad es la libertad de estómago. Si debes pedir para comer dependes de quien te lo da. El alcalde de Ourense se ha visto con despacho y dinero, que es como quien pone dos Winchester cargados en manos de un tembloroso. Llegó la pandemia del coronavirus que cerró negocios y muchos han comenzado a conjugar el verbo reflexivo arruinarse. Pero ahí estaba él, la mano tendida, el mesías que multiplica panes y peces en las bodas de Caná. Invitó a 9.000 autónomos de la ciudad a cuotas, como quien paga una ronda de cañas, prometiendo abonar  "dos meses de xuño a decembro, ambos incluídos", dicen sus gacetilleros. Da igual los ingresos del autónomo, la beneficencia municipal hace tarifa plana. Salió el regidor a contar la buena nueva, luego se metió dentro para ver cómo lo haría, luego volvió a salir para decir que se necesitan los informes, luego se volvió a meter dentro para preguntar cuánto tardan en hacer las bases y luego volvió a salir, por fin, a decir que el dinero se dará cuando haya bases, condiciones, solicitudes, respuestas, reclamaciones y entregas. A ver si para entonces no se ha devaluado ya el euro.

La rabieta como mejor argumento

Todas las crisis son inoportunas, esta no iba a ser menos. Para unos sectores más que otros. El comercio, por ejemplo, ve en el COVID-19 una especie de puntilla. Para evitarla buscan el auxilio del alcalde, que está jugando a mago Merlin pero su pócima no saciará el hambre. Buscan en el regidor el recetario del chamán y este extiende soluciones sin testar científicamente. La confianza entre comerciantes y regidor quebró de forma abrupta por un problemilla de protagonismo, que es lo que más importa aquí. Ahora están en la fase de que el balón es mío y tú no juegas, pero cuando se les pase la rabieta, verán el verdadero tamaño del problema. El coronavirus no ha hecho más que agigantar la crisis del comercio, ya muy tocado los últimos años. En días pasados el conselleiro de Economía y el presidente del Consello Galego de Economistas, de forma separada, avisaron al sector de que cuando pase el virus el gremio deberá testar una nueva estrategia de negocio, multiplicar las posibilidades de cooperación, hacer marca, diseñar promociones, formarse en los nuevos hábitos de consumo, hincarle el diente a Internet, no escapar de él, como ahora. Pero, en el gremio se aboga por creer que la fortaleza se gana desde la división, enfatizando odios pueriles, mostrando graves flaquezas argumentales. Y, sobre todo, creyendo que la dádiva del alcalde es algo más que pan para hoy, mientras él engorda su populismo a costa del comercio, que es lo que busca.

Curas con buena tarifa de datos

OS GOZOS (PEREIRO) 9/04/2020.- Historias del coronavirus. Misca por Facebook de Yerai Fariñas, desde el Santuario de Os Gozos. José Paz

El virus cerró templos, pero no cercenó la fe ni acabó con las celebraciones de Semana Santa. Telemiño y www.laregion.es ofrecieron estampas inéditas de una catedral vacía y un obispo dirigiéndose a unos fieles a los que no ve. Como cualquier presentador de tele. Y en Os Gozos un joven sacerdote pone su móvil en mitad de la nave de la iglesia para emitir por Facebook. El hambre aguza el ingenio. La necesidad también. Todo era cuestión de tener un móvil, cobertura de Internet, imaginación  y una buena tarifa de datos. Bievenidos al mundo real, bienvenidos al siglo XXI.

El portafolios

No sé quién es, pero tampoco importa mucho. Trasciende el dato de que es un varón de 41 años. Salía de la UCI el día 8, que suele ser así como una prórroga de la vida o un anticipo de un renacimiento, y los aplausos de los sanitarios le hicieron campeón del mundo. Él, emocionado, respondía con gestos similares de agradecimiento a quienes pusieron todo su saber para que le quedasen muchos años a la vida y mucha vida a los años. En los hospitales no se aplaude, solo en casos como estos donde el enemigo dobla en la tanda de penaltis. En los centros sanitarios se trabaja cada día a brazo partido por y para la salud ajena y se seguirá haciendo cuando esto pase y no haya aplausos a las ocho de la tarde. Cada muerte será un fracaso, aunque sea una obligación biológica, y un alta será un trofeo. Y no habrá fotos, ni sanitarios haciendo el pasillo, ni vítores, porque así tendrá que ser cuando se acabe con esta excepción. Cuando un enfermo recoja sus cosas de la habitación, se cambie, ponga la ropa con la que entró y se vaya con el papel de las pautas a seguir en casa, él y el personal del hospital se sentirán igual de felices. Hoy, con esta peste, lógico que todo sean aplausos. Como si el enfermo fuese Ulises, que acaba de vencer a la hidra de Lerna.

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