TRIBUNALES / OURENSE

Irán a la cárcel por un atraco a un vecino que les hizo frente

Juício penal 1
atraco canibelos
10-6-16
photo_camera Juan Carlos Barreiros y Jhon Stiven Grisales ocultando sus rostros en la sala del Penal 1.

Los dos delincuentes amenazaron con matar a un hombre en su propia casa si no les daba la cartera 

Los atracadores de Bernardino Garrido, vecino de Os Canibelos Ourense) que hizo frente a los delincuentes al negarse a entregarles dinero y un anillo, reconocieron ayer ante la titular del Juzgado de lo Penal 1 de Ourense los hechos que los llevaron a sentarse en el banquillo de los acusados. Así, Juan Carlos Barreiros Álvarez, de 45 años, y John Stiven Grisales Cortés, de 22, cumplirán una condena de casi cuatro años cada uno: dos años y nueve meses por un delito de robo con intimidación y uso de instrumento peligroso y un año por uno de tenencia ilícita de armas. Es decir, permanecerán como reclusos del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar dos años y siete meses, ya que fueron enviados a prisión el 22 de abril del año pasado. Inicialmente, el ministerio público solicitaba seis años y cinco meses para cada uno, pero rebajó la pena por reconocer los hechos. Además, deberán abonar al perjudicado 3.000 euros en concepto de daños morales.

Fue el 20 de abril de 2015 cuando Bernardino Garrido se salvó de la muerte gracias a dos vecinas. Aquel día, los ahora condenados  se dirigieron a su domicilio con las caras cubiertas con pasamontañas y las manos con guantes, portando ambos su respectivo arma. Llamaron al timbre de la casa y cuando el morador salió a recibir su visita, lo encañonaron, ordenando a su víctima  entrar en la casa con las manos en la espalda, al tiempo que le exigían que les entregase la cartera, pero éste se negó. Uno de los encausados ordenó al otro que le atase las manos y lo matase si no obedecía a sus deseos, a los que se sumó el anillo que Bernardino llevaba en su mano derecha, a lo que también se opuso.

Justo en ese momento pasaron por delante del lugar dos vecinas de Garrido -madre e hija-, cuya presencia amedrentó a los delincuentes, que huyeron, siendo después interceptados con las armas y detenidos por la Policía. 

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