Hace tiempo que los jabalíes se han convertido en urbanitas. Criaturas de la noche que se pasean a deshora por barrios como Covadonga, O Vinteún, A Ponte o incluso la mismísima “milla de oro del comercio” -Paseo y Santo Domingo, sorprendiendo a más de un transeúnte o conductor. Los vídeos de sus incursiones noctámbulas han corrido como la pólvora por las redes sociales, y no parece que se trate de casos aislados.
Desde hace tres semanas frecuentan el barrio de O Pino. Para ello, deben atravesar la N-120 e incluso han sido vistos cruzando el paso de peatones con semáforo que hay frente a las populares torres. “No son nada tontos y saben por donde cruzar”, bromea María del Carmen Montero López, presidenta de la asociación de vecinos Santa Ana do Pino. Pero a renglón seguido advierte del peligro que supone su presencia en la mencionada carretera, una nacional que discurre por la ciudad y canaliza gran parte del tráfico que busca la autovía Rías Baixas. “Están apareciendo a las nueve de la noche, cuando los vecinos regresan a casa, y en medio de la carretera puede ser muy peligroso”, añade la representante vecinal. Manadas con cinco o seis ejemplares que, según explica, consiguen enfilar el barrio a través de una especie de tubo que comunica la carretera para canalizar la escorrentía y que les sirve de pasadizo desde el monte. Hasta hace poco se quedaban en Bobadela, más arriba, una zona más rural y con huertas que les resultan muy apetecibles. Su visión es mala pero la compensan con un gran olfato que les permite encontrar alimento a más de 100 metros de distancia. Máxime en invierno. Precisan comer más para soportar el frío y mantener la energía.
Su presencia en el barrio de O Pino dejó huella en los jardines de la urbanización de las torres.
Los vecinos aseguran que les preocupa pero ahora mismo tienen otras prioridades: la factura del último temporal “por culpa de unos sumideros que están tupidos y sin limpiar” y la falta de luz cuando llueve.
