Manuel Conthe, ex presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, acude hoy a Ourense para analizar la situación económica, en el el foro La Región.
Tras múltiples discusiones terminológicas, ¿está la economía en crisis? Lo que está definido internacionalmente es la palabra recesión, que se registra con dos trimestres consecutivos de crecimiento intertrimestral negativo. Esto no se ha dado en España, por lo que técnicamente no estamos en recesión. El término crisis no está definido, pero no es exagerado decir que, ante un frenazo como el que ha sufrido la economía española, estamos en crisis. Aunque el debate quizá sí tenía sentido, tampoco conviene empeñarse en esa cuestión terminológica.
¿En qué fase del ciclo nos encontramos? Creo que el problema es cuánto va a durar y cuán intensa va a ser la fase de atonía del crecimiento. No cabe duda de que está empezando, ya con una desaceleración a lo largo de 2007. Hay, además, dos factores externos que perturban: el encarecimiento del petróleo y las materias primas y el impacto de la crisis en los mercados de crédito, a lo que se añade la crisis de la construcción y sus sectores auxiliares. No hay que ser alarmista, pero tampoco pensar que lo peor ha pasado.
¿Y se atrevería a decir cuánto va a durar? Los más optimistas hablan de mediados de 2009, y los pesimistas, de tres años o más. Creo que nadie puede tener la certeza, sobre todo porque hay un margen de incertidumbre muy grande y nadie sabe a dónde llegará el precio del petróleo.
¿Cómo valora la actuación del Gobierno? Un cierto optimismo por parte de las autoridades económicas del país es normal, al igual que el que la oposición sea pesimista, siempre que no se exa gere en optimismo ni en el pesimismo. Pero también tenemos excesiva obsesión con lo que hacen las autoridades políticas y le atribuimos al Gobierno más influencia y peso del que tiene, especialmente en un contexto global, aunque es el propio Gobierno el que se atribuye los méritos en época de bonanza. Creo que el Gobierno actual ha adoptado medidas no muy tras cendentales, pero tampoco tiene margen.
¿Está bien preparado el sistema financiero español? Es un sistema sólido, pero por mucho que lo sea es imposible que se sustraiga al ciclo económico, tanto en momentos de expansión como de contracción. Va a estar sujeto a un periodo de tensión. Aunque la regulación ha sido más prudente, quizá porque hay memoria institucional y las autoridades económicas y el Banco de España se acuerdan de la crisis bancaria de 1978 a 1985. Como ya nos pasó una vez, quizá no se cometieron errores como en otros países que no tenían esa experiencia.
La Bolsa también vive momentos turbulentos. ¿Cuál cree que será su evolución? Antes, como presidente de la CNMV, tenía la fortuna de que no podía hablar de si iba a subir o bajar y, la verdad, soy mal vaticinador. Como consecuencia de este cambio, los beneficios empresariales van a sufrir, pero las Bolsas, en general, se anticipan tanto para bien como para mal, y quizá cuando se vean las primeras luces, se recupere. Hoy por hoy, no.
Su dimisión al frente de la CNMV tuvo gran transcendencia. ¿Cree posible lograr más autonomía? Espero que el Gobierno anuncie la reforma de los supervisores financieros y se aproveche para establecer un régimen de más independencia. Creo que no es difícil lograr un consenso entre PP y PSOE y sería el momento de dar un marchamo de autonomía y rendición de cuentas en el Parlamento. Yo no me arrepiento de lo que hice y ahora espero que el debate se consume en una mejora del funcionamiento.
¿En qué fase del ciclo nos encontramos? Creo que el problema es cuánto va a durar y cuán intensa va a ser la fase de atonía del crecimiento. No cabe duda de que está empezando, ya con una desaceleración a lo largo de 2007. Hay, además, dos factores externos que perturban: el encarecimiento del petróleo y las materias primas y el impacto de la crisis en los mercados de crédito, a lo que se añade la crisis de la construcción y sus sectores auxiliares. No hay que ser alarmista, pero tampoco pensar que lo peor ha pasado.
¿Y se atrevería a decir cuánto va a durar? Los más optimistas hablan de mediados de 2009, y los pesimistas, de tres años o más. Creo que nadie puede tener la certeza, sobre todo porque hay un margen de incertidumbre muy grande y nadie sabe a dónde llegará el precio del petróleo.
¿Cómo valora la actuación del Gobierno? Un cierto optimismo por parte de las autoridades económicas del país es normal, al igual que el que la oposición sea pesimista, siempre que no se exa gere en optimismo ni en el pesimismo. Pero también tenemos excesiva obsesión con lo que hacen las autoridades políticas y le atribuimos al Gobierno más influencia y peso del que tiene, especialmente en un contexto global, aunque es el propio Gobierno el que se atribuye los méritos en época de bonanza. Creo que el Gobierno actual ha adoptado medidas no muy tras cendentales, pero tampoco tiene margen.
¿Está bien preparado el sistema financiero español? Es un sistema sólido, pero por mucho que lo sea es imposible que se sustraiga al ciclo económico, tanto en momentos de expansión como de contracción. Va a estar sujeto a un periodo de tensión. Aunque la regulación ha sido más prudente, quizá porque hay memoria institucional y las autoridades económicas y el Banco de España se acuerdan de la crisis bancaria de 1978 a 1985. Como ya nos pasó una vez, quizá no se cometieron errores como en otros países que no tenían esa experiencia.
La Bolsa también vive momentos turbulentos. ¿Cuál cree que será su evolución? Antes, como presidente de la CNMV, tenía la fortuna de que no podía hablar de si iba a subir o bajar y, la verdad, soy mal vaticinador. Como consecuencia de este cambio, los beneficios empresariales van a sufrir, pero las Bolsas, en general, se anticipan tanto para bien como para mal, y quizá cuando se vean las primeras luces, se recupere. Hoy por hoy, no.
Su dimisión al frente de la CNMV tuvo gran transcendencia. ¿Cree posible lograr más autonomía? Espero que el Gobierno anuncie la reforma de los supervisores financieros y se aproveche para establecer un régimen de más independencia. Creo que no es difícil lograr un consenso entre PP y PSOE y sería el momento de dar un marchamo de autonomía y rendición de cuentas en el Parlamento. Yo no me arrepiento de lo que hice y ahora espero que el debate se consume en una mejora del funcionamiento.
