CRÓNICA

La movida apura en Ourense su último cubata

Multitud de jóvenes beben y charlan a las puertas de los locales que permanecen abiertos en la calle Lepanto, ayer a la noche.
photo_camera Multitud de jóvenes beben y charlan a las puertas de los locales que permanecen abiertos en la calle Lepanto, ayer a la noche.
El ocio nocturno echa el candado en la madrugada del lunes, y tanto jóvenes como locales aprovechan para opinar sobre la utilidad de las nuevas medidas para frenar el covid mientras apuran la última copa de madrugada.

El ocio nocturno en Ourense echará el cierre el lunes a las 00,00 horas, y tanto jóvenes como establecimientos aprovechan para sacarle todo el partido que puedan a las últimas horas de fiesta en la ciudad, pese a que las opiniones acerca de la utilidad de las nuevas medidas implantadas por el Gobierno difieren entre los consultados.

"La fiesta y la mascarilla no combinan", afirma Clara Barniol, una catalana que considera que la medida "está bien, porque a partir de cierta hora la gente se olvida de todo". 

Cerca de la Plaza Mayor, en las primeras horas del comienzo de la noche, un grupo de turistas reflexionan sobre la utilidad del cierre del ocio nocturno, enfrentando distintos puntos de vista. Mientras a Cristina, de Ciudad Real, le parece "bien" para "evitar volver al colapso sanitario", José María García, de Segovia, alega que "quizá sea un poco excesiva", y la madrileña María Muñoz matiza la "incoherencia" de cerrar locales con medidas higiénicas implementadas "si al final se van a seguir haciendo botellones o bebiendo en pisos donde no hay ningún tipo de control".

Más tarde, por las sinuosas calles de Vinos dos amigos reciben la noticia del cierre con sorpresa y resignación. Carlos Vargas muestra su "malestar" por ver cómo "la gente que vive de esto se queda sin nada por culpa de los descerebrados que no cumplen", mientras que su amigo Javier Hermida desaprueba las recomendaciones de limitar a 10 personas las reuniones sociales, ya que "depende mucho del tipo de reunión", y pide "margen para valorar qué tipo de evento está relacionado con esa recomendación", ya que "no es lo mismo un entierro que una boda".

En una terraza de la Plaza de los Suaves, Adrián Garrido toma algo con sus amigos, contrariado y temeroso de la aplicación de algunas normas, como la prohibición de beber y fumar sin distancia, que le parece "una medida peligrosa", ya que "como pasó con la ley anti-tabaco, viene para quedarse".

"Es cierto que la juventud no tiene ningún cuidado, pero cerrar todo es demasiado extremo. Si se respetara la distancia de seguridad no habríamos llegado a esto", concluye. Con respecto a la medida del cierre de establecimientos, la considera "insuficiente e incompleta".

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La Plaza de los Suaves acoge sus últimos días de fiesta.

El nuevo “ocio diurno"

Por su parte, los locales pasan la noche recibiendo a sus últimos clientes y facturando todo lo que pueden, antes de que tener que cerrar y pensar en un futuro que, según los hosteleros consultados, se encamina hacia horarios más matutinos.

"Ya no sé ni qué contestar", dice María, dueña del Mery´s Café-bar, que cree que "si se contuviera la expansión, respetando las medidas" no estarían metidos en este problema: "Cada uno es responsable de sí mismo, conoce las leyes, y si quiere una multa es su problema, pero yo no puedo cargar con responsabilidades que no me conciernen. Eso es entre ellos y la policía".  Respecto a cómo enfocará el negocio a partir del lunes, la dueña reconoce no tenerlo claro, y de momento seguirá "como estaba, abriendo de mañanas ofreciendo desayunos y terraza".

Desde O Trasno, Diego Fraga también se apunta a "abrir antes, para que la gente venga a tomarse las copas a primera hora", aunque su negocio "solo abría hasta las tres los fines de semana",  por lo que el cambio no será tan traumático.

Iago Corral, dueño de El Pueblo Café Cultural, se afana en limpiar su local al mismo tiempo que da su visión de la norma del cierre, que considera que está "dictada por personas que ni conocen la realidad de la calle ni están asesoradas por quienes viven el ocio nocturno", y que esta situación favorecerá que "la gente se junte en pisos, donde no existe ningún tipo de control".

"Tendrían que hacer cumplir la ley pero con un espíritu educativo, aunque al final es verdad que esto es un poco culpa de todos", reflexiona antes de volver a desinfectar las mesas.

A Raquel y Raúl, de O Mexilón, no les parece mal la norma, ya que "es por la seguridad de todos", y afirman que no tendrán problemas en cambiar el enfoque del negocio: "Aunque es difícil analizar la pérdida todavía, ofrecemos comidas y cenas también, por lo que la transición será menos complicada".

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