El novio de Nerea la agredía: días antes le dio un cabezazo

La jueza detalla ocho indicios para incriminar a Julio González Sierra en el homicidio de la joven

M. Sánchez

Publicado: 17 jun 2021 - 09:18 Actualizado: 18 jun 2021 - 21:08

El camino que da acceso al lecho del río en el que apareció el cadáver (MARTIÑO PINAL).
El camino que da acceso al lecho del río en el que apareció el cadáver (MARTIÑO PINAL).

La jueza de Violencia de Género, Eva Armesto, cree que hay margen para seguir instruyendo la causa por la muerte violenta de la joven Nerea Añel el pasado año. Aunque el sospechoso, su novio, Julio González Sierra -“Julito”-, aseguró durante la reconstrucción del lunes que cuando se separaron el 15 de enero estaba viva, la instructora concretó en su auto, tras el pase a disposición judicial, ocho indicios criminales, a través de las pesquisas policiales y la autopsia, que pesan en su contra.

Uno de los más potentes, a la hora de contextualizar la relación que mantenía la pareja, con problemas de adicción a las drogas, es “la situación de violencia de género a que Julio sometía a Nerea”. Así lo atestiguan “personas de ámbito marginal del consumo de estupefacientes a agentes policiales a pie de calle” durante los meses siguientes a la desaparición de la joven. Un conocido de ambos así se lo dijo a los investigadores el 7 de febrero de 2020: “Gente del barrio de Covadonga ha visto discutir a Julio con Nerea unos días antes de que desapareciera e incluso llegó a pegarle un cabezazo”.

Pero, además, la instructora recuerda que en las ropas de la fallecida estaba una tarjeta de Abanca a nombre de Julio, un hecho revelador, dice, “de la directa relación entre ambos en el momento de la muerte”. Precisamente, otro de los indicios es que “el hallazgo de los restos mortales tiene lugar apenas 248 metros del último avistamiento de Nerea con Julio”, en las inmediaciones del motel de Barbadás en el que estuvieron juntos ese día.

Además, las últimas personas que vieron con vida a Nerea, los empleados del motel Cancún, aseguran que estaba con “Julito”. Según recuerda la instructora, la autopsia revela que la muerte fue violenta y se produjo tras una caída -”precipitación”- desde cierta altura al lecho del río Barbadás, compatible con las fechas en las que se vio por última vez a la pareja. La víctima sufrió una fractura del cráneo que a la vez provocaron lesiones en la columna cervical y dorsal. “Es el resultado del impacto de un elemento traumático contuso y duro, como podría ser el suelo, en la zona de la coronilla (…), coincidente con el cauce del río que fluye encajonado entre paredes graníticas”.

Y repara la magistrada en “el falso testimonio prestadado por Julio ante los agentes el 5 de febrero” (negó que hubiera estado con ella) y “las versiones contradictorias ante familiares y amigos” de la chica respecto de su supuesto ingreso en prisión, reflejado en las declaraciones prestadas por los testigos que se codeaban con la pareja en Covadonga.

En el auto notificado ayer, la jueza lo deja en libertad en esta causa teniendo en cuenta que ya está en prisión por otros hechos (robos). No saldará sus cuentas por sentencias anteriores hasta 2026.

Un historial con 40 detenciones

En uno de los indicios, precisamente en el número ocho, la jueza se detiene especialmente: “El historial de criminalidad violenta previa por parte de Julio González Sierra”. Con 31 años, acumula ya 40 detenciones. La mayor parte por delitos patrimoniales pero también “se detecta la existencia de criminalidad violenta previa”. La instructora repara en una detención por un delito de lesiones, otra por un delito de robo con violencia, resistencia tras acometer a una dotación de policía en 2018 y cuenta con cuatro detenciones previas por malos tratos: dos por agredir a sus progenitores (2007 y 2008). El padre denunció que lo golpeó con un puño en el rostro y lo amenazó con un cuchillo. Pero le constan otras dos detenciones por violencia de género. En 2007, por agredir a otra pareja y en 2009 otra mujer aseguró que la había zarandeado y propinado una bofetada en el rostro. González Sierra lleva entrando y saliendo de los calabozos y prisión desde que era muy joven por su adicción a las drogas. En el momento en que apareció el cadáver de su última pareja, el 13 de septiembre de 2020, estaba otra vez en prisión.

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