No era, ni de lejos, uno de sus mejores amigos, poco me importa, pero sí que tuve la suerte de disfrutar momentos únicos con ellos, y lo digo en plural, porque no concibo a Elli sin Carlos a su lado.
Eran más de la generación de mis hermanos, sobre todo de David, y en mi recuerdo quedan esas tertulias improvisadas, nunca jamás quedamos, pero siempre coincidíamos, tertulias infinitas, en muchas ocasiones, cargadas de nostalgia, respeto, cariño y admiración a mi hermano David.
Recuerdo, especialmente, una ocasión, que Carlos abrió la espita del recuerdo, saltaron las lágrimas, a pesar del tiempo transcurrido, pero Elli bordó con hilo fino un entredós que unió ambos tejidos, el pasado y el presente. Las incipientes lágrimas se convirtieron en sonrisas de oro. Así era ella, así quiero recordarla.
No era, ni de lejos, uno de sus mejores amigos, pero tuve el privilegio de compartir pequeños grandes momentos.
Elli es vida.
