Terremoto en Ourense | La provincia vive el mayor terremoto en un siglo, que se sintió en toda Galicia

El seísmo alcanzó los 3,6 grados en la escala de Ritcher y no se descarta que pueda ser superada por futuros temblores

La provincia registró este viernes el mayor terremoto de los últimos 110 años. El temblor alcanzó una magnitud de 3,6 grados en la escala de Ritcher (energía liberada por la falla) y ocurrió  a las 00,32 horas y muy cerca de la superficie de Laza, el epicentro del cúmulo de sismos que lleva diez días batiendo Ourense. Su escasa profundidad posibilitó que se sintiese en toda la comunidad gallega, también en el norte de Portugal y en parte de Castilla y León. Fue un caso excepcional. La provincia ourensana no experimentaba un temblor semejante desde 1989, cuando un terremoto de la misma magnitud -pero de menos intensidad- tambaleaba la provincia. 

El sismo no vino solo, forma parte de un enjambre de 83 temblores que comenzaron hace diez días. Solo ayer sumaron 17 y casi la mitad fueron de más de dos grados. La mayoría de estos terremotos se sitúan en el triángulo formado por Laza, Sarreaus y Correchouso, una zona de intersección de fallas que provoca el contagio constante. Desde el Instituto Geográfico Nacional, Javier Fernández, explica por qué se generan los temblores:  “Las distintas capas de la tierra se mueven por la gravedad y cuando el material no es capaz de soportar el esfuerzo, la energía, se produce un movimiento, una rotura y eso es el terremoto, por ejemplo, es como hacer mucha fuerza sobre un bolígrafo, llega un momento en el que el material no resiste y se parte”.

El delegado del Colegio de Geólogos de Galicia, Pablo Núñez, indica que la depresión en el terreno de la provincia es una zona “poco preocupante pero activa y, aunque estadísticamente no parece que se vaya a producir un terremoto de gran magnitud, no podemos confiarnos tampoco”. En todo caso, “la actividad sísmica seguirá, previsiblemente con terremotos más pequeños”, explica.  De cara a próximos episodios, el sismólogo apuesta por el conocimiento y la previsión. Por ejemplo, “es conveniente que a la hora de construir edificios se tenga en cuenta la actividad sísmica para evitar desastres mayores”. También considera conveniente que la población “tenga cierta conciencia sobre este tema, especialmente en zonas de incidencia,  hay que saber cuáles son las zonas seguras para prevenir desgracias mayores”, señala Núñez. 

El mayor miedo humano

“El riesgo natural que produce más miedo son los terremotos, más que los huracanes, sencillamente porque no se pueden predecir”, dice Ramón Seara, profesor de Geología en la Universidade de Vigo. El geólogo  explica que, además, “si se llega a predecir no es seguro que pueda pasar y ¿quién se hace cargo de los costes que provoca el vaciar una ciudad para previr si luego no hay terremoto?”, se cuestiona. “También acarrea el miedo a perder la propiedad, a resultar herido o a que se mueva el suelo que se está pisando”, explica.

El antecedente: Becerreá (1997)

“Las magnitudes de los sismos previos al  terremoto de Becerreá en 1997 -de 5,1 grados- también fueron  bajas hasta que meses más tarde ocurrió el grande”, señala Seara. Aún así llama a la razón: “Es cierto que puede haber alguno mayor que el de ayer, pero no es previsible una catástrofe”. Pese a que los habitantes de Laza ayer experimentaron una sacudida, nada comparable a lo que se vivió en la localidad lucense en los noventa: “Se cayeron los azulejos de la casa,  las cosas de las estanterías, las paredes parecían mapas…fue tremendo, estuvimos un mes durmiendo fuera”, relata Chus Roldán, vecina de Becerreá. La primera noche les cogió desprevenidos: “Ocurrió de madrugada, enseguida nos fuimos a dormir al coche”, explica. “Al día siguiente no hubo clase y yo no mandé a mi hija al colegio durante un tiempo, me daba miedo lo que pudiese pasar”, recuerda Chus Roldán.

Paloma Fernández pasó su infancia en la misma localidad y vivió el gran terremoto: “Me caí de la cama del movimiento del terremoto, vinieron mis padres y nos metimos debajo del marco de la ventana, después decidimos ir al coche. Fue algo que nunca olvidaré”.

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