Manzaneda: un paseo entre glaciares y barroco

Manzaneda es un pequeño concello de alta montaña, en donde la naturaleza en estado puro es su mayor atractivo para el visitante, junto a una gastronomía de gran calidad. Una tierra con encantos en donde el entroido es su mejor carta de presentación.

En este municipio de alta montaña el contacto con una naturaleza pura y salvaje es uno de sus mayores atractivos, parajes en los que la mano del hombre aún no ha tenido mucha efecto y el paso de los años es el único que da forma a cada rincón. Los visitantes que llegan a Manzaneda podrán sorprenderse con sus cielos azules de día y cargados de estrellas por la noche, o con poder caminar por sus innumerables senderos.

- El valle glaciar de Prada: El glaciarismo tiene una gran importancia en esta zona del Macizo Central, en donde la acción de los hielos ha contribuido al modelado del paisaje actual creando un circo glaciar como el que se puede ver en el valle de As Lamas, Requeixo o en Prada. Viajamos en el tiempo hasta la era cuaternaria y tras ella, con 10.000 años de antigüedad, encajado entre las montañas, ante nuestra vista observamos uno de los paisajes más sorprendentes por su belleza y por su origen. Es un auténtico espectáculo el que se puede ver en esta zona alta de Manzaneda con las laderas de la montaña inundadas de bolos graníticos de grandes dimensiones, restos de morrenas constituidas por la acumulación de materiales transportados por los hielos. Un sendero circular que sale desde la aldea de Requeixo, sumerge al caminante en un valle con forma de “U” donde ver la lengua de la erosión del glaciar.

- La aldea abandonada de Prada: En medio de un gran valle, y rodeada de montañas, está la pequeña aldea que desde hace cerca de medio siglo quedaba totalmente sin vecinos. Un parón en el tiempo con aires de nostalgia en un mágico lugar que recuerda el modo de vida de tiempo atrás, en donde la luz eléctrica no llegó a las casas y las construcciones son con piedra, madera y losa. Varias de esas tradicionales casas de alta montaña con anchos muros, en la actualidad son utilizadas para estabular el ganado que pasta en libertad por el valle. La naturaleza fue ganando espacio a las casas, quedando pocas estructuras en pie. Un río, en el que las truchas tenían mucha fama entre los vecinos, divide el pueblo. Todavía permanece en pie la capilla de San Bartolomé, con su pintado retablo en el interior. Del otro lado, las casas fueron devastadas por un incendio hace años. Para llegar a este idílico lugar, el visitante debe hacerlo caminando, cruzando el Pontón, un pasadizo hecho con losas planas de piedra. La ruta de senderismo PG-R138 guía al caminante hasta este punto.

- Iglesia de San Miguel de Bidueira: Este templo de planta irregular y gran elegancia y originalidad, es conocido como la “Catedral das Terras da Montaña”. La iglesia, del siglo XVIII, cuenta con gran interés artístico debido a su gran monumentalidad. Estamos en uno de los templos más emblemáticos del rural gallego, con gran sencillez exterior, tan solo remarcada por la decoración de las puertas. En contrapartida, el interior del santuario, decorado en estilo barroco, con detalles de grandeza y buen gusto, destaca por su cubierta con bóvedas de crucería, algunas de gran complejidad. En el exterior resaltan las bolas en el tejado, algo muy propio del barroco gallego. La iglesia se enclava en San Miguel de Bidueira, distando unos 12 kilómetros de Manzaneda.

Te puede interesar