Jaime Fernández: "Las personas más estudiosas creen en Dios, el 70% de premios Nobel lo hacen”

Jaime Fernández.
photo_camera Jaime Fernández.

Jaime Fernández Garrido (Ourense, 1960) se acuerda de lo que significa la “libertad” cada vez que ve las cicatrices que su padre de noventa y pico años aún tiene en la cara. Ambos forman parte de la historia de la iglesia protestante en Ourense, que cumple 100 años. Este doctor en Pedagogía presenta hoy a las 20,00 horas en el Liceo su libro “Dios está detrás de cada puerta”. El profesor José Luis Fernández Carnicero le presentará.

¿Por qué Dios está detrás de cada puerta?

Es una frase de Einstein. Hay una moda de que creer en Dios es solo para la gente que no investiga y sin embargo es todo lo contrario. Los Nobel de Física, más del 70% son creyentes declarados.

¿Osea que las personas más inteligentes creen en Dios?

No tanto las más inteligentes, sino las más estudiosas.

La comunidad protestante cumple 100 años en Ourense. ¿Qué significa?

Ourense es una de las ciudades que más se abrieron en la Galicia profunda de hace 100 años al evangelio. Hubo muchas personas que hasta pagaron con su sangre seguir a Dios de una manera no oficial. Mi propio padre tiene cicatrices en la cabeza de los palos que le dieron. Ahora hay que reivindicar ese soplo de libertad.

¿Qué le cuenta su padre?

Los momentos difíciles. Llegué a vivirlos un poco. En los 70, cuando estaba en el instituto, tuve problemas con algún profesor por hablarles a mis compañeros de Dios o regalarles un Nuevo Testamento. En la mili igual. Pero Dios me ayudó a seguir.

Ha sido capellán evangélico en cuatro Juegos Olímpicos (Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000). ¿Cómo es esa experiencia?

Una experiencia muy bonita. Todos vemos la grandeza de un deporte olímpico y no nos damos cuenta de que solo gana uno. Hay muchos que creen en Dios y les ayuda. Y los que aparentemente no creen en Dios, en esos días siempre buscan a alguien que les pueda animar.

Se acordará de casos. ¿Qué atleta acudió a usted?

La más difícil fue Glory Alozie, una atleta española de origen nigeriano. Se iba a casar con otro atleta y dos días antes de competir, él estaba corriendo por las calles de Sydney y lo mató un coche. Ella, aunque es profundamente creyente, quería volverse a casa y no competir. Hablamos, oramos y se dio cuenta de que lo que quería el Señor era que compitiese. Corrió la final y se llevó la medalla de plata. 

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