CENTRO DE TRATAMIENTO Y TERAPIA

Piñor: un hospital muy vivo

Piñor cumplió dos años como psiquiátrico de Ourense, mientras Toén se deteriora a pasos agigantados. Los pacientes, hasta 216 en el último año (aunque hay casi igual número de altas), ganaron, y mucho, con el cambio. 

El psiquiátrico Cabaleiro Goás de Ourense cumplió dos años instalado en Piñor a plena satisfacción de pacientes, personal sanitario y hasta de los propios vecinos de la colindante localidad de Barbadás, que da nombre a aquel viejo hospital de tuberculosos, después convertido en centro para enfermos crónicos de Medicina Interna del Complexo Hospitalario y, desde hace dos años, en lugar de tratamiento, terapia y larga estancia (en algunos casos) de enfermos mentales. Mientras las antiguas instalaciones del psiquiátrico de Toén -ya obsoletas cuando todavía residían allí pacientes- se deterioran a pasos agigantados por falta de uso y ausencia de un proyecto de gestión que garantice su permanencia, Piñor se convierte en "hospital muy vivo y dinámico", en palabras de la jefa del servicio de Psiquiatría del centro, María Jesús Gómez, Chus.

Chus Gómez abanderó junto a otros facultativos y personal sanitario de Toén el traslado del psiquiátrico, que era un clamor dado el mal estado de aquellas instalaciones, aunque causara polémica en la ciudad. Dos años después, precisa, las diferencias son evidentes: dos pisos del hospital las ocupan los enfermos psiquiátricos, y aún queda libre la planta baja, ahora vacía. Los enfermos disponen de todo tipo de servicios en instalaciones acogedoras y seguras, compartiendo panorámica -porque la vista de Ourense desde allí es espectacular-, que no dependencias, con el servicio de Rehabilitación del CHUO.

Dos perros, Curro y Menta, aguardan en la zona ajardinada y acotada la llegada de los enfermos; se ofrecen como terapia y "vía de escape" para muchos de los enfermos mentales del centro, que también comparten con otros compañeros talleres de artes plásticas, paseos hasta Ourense en autobús o labores en el invernadero. No hay que olvidar que este hospital tiene la pinacoteca de "art brut" realizado por enfermos psiquiátricos más importante de España, recalca la responsable, Chus Gómez. Algunas de las obras decoran pasillos y salas comunes del recinto.

Piñor cuenta con 72 camas, aunque no todas están ocupadas; y dos apartamentos, con su propia cocina y salón, para uso de pacientes independientes, con un proyecto vital fuera del recinto, una vez recuperados. Ayer, por ejemplo, estaban internados unos 60 "pero la movilidad es alta", hasta sumar unos 216 ingresos el año, una cifra similar a las altas producidas.

No es Piñor un centro de larga estancia, aunque sí dispone de una unidad de agudos, cerrada, con 21 camas, donde los pacientes están más controlados, lo que no impide que puedan salir a pasear, incluso desplazarse hasta la ciudad si los terapeutas así lo aconsejan.

"Nosotros tenemos un índice muy alto de pacto con el paciente, al fin y al cabo vamos a envejecer juntos en muchos casos", reconoce Gómez. Porque hay un gran número de enfermos reincidentes, que vuelven periódicamente o que mantienen el contacto pese a estar dados de alta. Como el que acude cada miércoles a visitar a Chus Gómez, pese a estar dado de alta; ella es su referencia y soporte, la que lo hace sentirse seguro y a salvo. "Es que nosotros nos adaptamos al enfermo, siempre", dice sin dejar un minuto de atender a todos los que llaman a cada momento a su puerta. 

Toén se entrega al abandono sin ningún proyecto que lo recupere

El Sergas continúa pagando la seguridad del antiguo psiquiátrico de Toén, cerrado definitivamente en febrero de 2012, pese a que asegura estar tramitando la reversión de los terrenos y de todo el recinto, más de 500.000 metros cuadrados, al Concello de Toén, que se los remitiría después a sus propietarios originales, los comuneros de los pueblos de Moreiras y Trelle. Advirtió en varias ocasiones a Consistorio y comuneros su intención de abandonar su uso, por el que paga unos 14.000 euros al mes en concepto de nómina al guarda de seguridad que vigila el lugar.

Pero no parece haber futuro para relanzar, dar uso, reparar, mantener incluso, las abandonadas instalaciones, cada vez más deterioradas, según reconocen los propios responsables de la comunidad de montes. Ellos no acaban de creerse que el Sergas vaya a prescindir de ese terreno y de esos pabellones, pero ayer mismo fuentes de la Consellería de Sanidade seguían avanzando en la reversión, dicen que iniciada en verano pasado pero cuyos trámites son largos en exceso.

La asunción de Toén no es fácil; es demasiado espacio y todo muy obsoleto, por lo que la inversión sería cuantiosa. Por eso, no llegó a fructificar ninguna de las iniciativas que se plantearon, todas ellas relacionadas con actividades sociosanitarias. Y la única que presentó proyecto concreto, la de Aspanas Termal, no acabó de convencer a los comuneros, que en una tensa asamblea en verano pasado decidieron vetarla.

El regidor de Toén, Amancio Cid, reconoció en varias ocasiones que hubo interesados en asumir los espacios, pero ninguno dio resultado finalmente, ni siquiera después de que el Sergas hiciese un concurso para que se presentasen ofertas a gestionarlo. Sólo la de Aspanas presentó un plan. Mientras, la maleza y las inclemencias hunden definitivamente el viejo hospital. 

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