ENTREVISTA

"La poesía es lo indecible, lo secreto, lo inexpresable"

Rafael Oteriño.
photo_camera Rafael Felipe Oteriño

El poeta Rafael Felipe Oteriño, nieto de un ourensano, hablará en El Cercano de poesía y palabras

Rafael Felipe Oteriño (La Plata, 1945) sentía "próximo" el sonido de la gaita mucho antes de pisar Galicia por primera vez. Su bisabuelo, ourensano, llegó a Buenos Aires en 1870, donde le perseguiría un sentimiento de "morriña" durante toda la vida. Su bisnieto fue el primero de los descendientes que volvió a la provincia, en 1992, un lugar que "tenía adentro". Rafael Oteriño consiguió, sin proponérselo, cumplir los sueños de sus antepasados. El de su bisabuelo, de volver a Galicia. El de su abuelo, de ser escritor. Oteriño, con más de 30 años como juez a sus espaldas, ha publicado -y continúa- doce libros de poesía por los que ha recibido numerosos premios. Además, es secretario de la Academia de las Letras de Argentina. Hoy, a las 20,00 horas, hablará en El Cercano de poesía y palabras. 

¿El apellido Outeiriño se perdió en el Atlántico? 

No, fue antes, en Madrid. Mi bisabuelo viajó a Madrid en 1850 desde la aldea porque era militar, y allí fue donde le castellanizaron el apellido y pasó a ser Oteriño.

¿Viene a menudo a Ourense?

Si, una vez al año, desde que llegué por primera vez en 1992, después de encontrar la partida de nacimiento de mi abuelo, que lo situaba en Rande. Llegué aquí con un dato, calle de la Barrera, 22, que fue a donde llegué. He redescubierto a familiares lejanos, casi con trayectorias paralelas, con profesiones similares. Mi padre, que no vino nunca, tenía una quinta -casa en la aldea- idéntica a la que tiene una prima lejana aquí. O sea, que lo más profundo se guarda en el corazón, el cuerpo lo transporta más allá de toda razón.

También guardó el deseo de ser escritor de su abuelo.

Era poeta y escritor, y trabajaba como corrector en el Senado. Murió muy joven por culpa de la tuberculosis, pero yo crecí en su casa, donde había una biblioteca inmensa. Entre esa necesidad de abuelo y esa biblioteca, porté sobre mis hombros y hice lo que él no pudo, ser escritor. 

Dice en una poema que "en la poesía no existen reglas". ¿Es libertad la poesía?

Absolutamente. Es el ámbito por antonomasia de la libertad, realmente creo que lo rico y lo "riesgoso" es eso. La poesía abre sus puertas a todos para que vengan a hacerla, permite todas las libertades. Creo que la noción de verso existe como estructura intensa, semántica, con una cierta musicalidad. Cada verso tiene otro componente, la velocidad, tiene que pegar en el lector rápidamente. La poesía no tiene reglas, pero habría una noción, que es la de verso.

¿Hay musas?

Hoy por hoy sería una antigualla hablar de musa, sin embargo, dale otro nombre. Inspiración, precipitado psíquico, soltura verbal, lo que quieras, pero algo hay que te es donado. Todos recibimos donaciones, vamos caminando y algo cae del cielo. El poeta es el que repara en eso que cae del cielo, como repara en frases oídas al azar. 

¿Qúe busca un poeta?

En mi caso, la poesía es un instrumento para conocer o para decir lo que normalmente no se dice de otra manera. Es decir lo indecible, lo inexpresable, sin entrar en lo místico o lo esotérico. Todos tenemos algo de lo indecible, de lo secreto, está tácito al lado nuestro pero no termina de ser dicho. A veces llegan las palabras y a veces no, el poeta trata de que lleguen. 

¿Es difícil leer poesía?

La poesía se recibe igual, en otros formatos. La experiencia de eso otro que está apunto de ser dicho y que necesita de la mano del arte para expresarse. 

¿Viene primero la confianza en uno mismo o los premios?

Hay un primer momento en el que uno sabe cuando le acertó, cuando llegó a la zona que buscaba y la emoción de uno mismo al leerlo es la primera prueba. Cuando a mis hijas les leo algún poema que me importa me doy cuenta de que me emociono. Y ahí sé que yo, en mi estatura, di en el clavo de lo que buscaba. 

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