Una postal de la ciudad demasiado emborronada

En pleno auge del turismo tras dos años complicados por la pandemia, con una cifra de visitantes que sigue creciendo, la postal que estos se llevan de la ciudad de Ourense cuenta con demasiados borrones que no permiten a los turistas cumplir las expectativas que se les prometen, incluso desde la propia plataforma oficial del Concello para recopilar la oferta que se pueden encontrar a su llegada. La ausencia de una oferta de actividades de ocio o cultural para la época estival, algo en lo que no cree el alcalde de la urbe, Gonzalo Pérez Jácome, es solo la punta del iceberg del problema. Borrado el Museo Municipal del mapa (aunque en la web oficial sigue apareciendo como algo que “tampoco hay que perderse”), la oferta municipal en esta materia se reduce al centro cultural José Ángel Valente en la rúa do Paseo. Nada de conciertos, obras de teatro u otro tipo de shows que sí programan en el resto de ciudades gallegas. Algo que cubre el vacío los domingos durante el año es el parque ferroviario Carrileiros en San Francisco, pero que cierra sus puertas en agosto por descanso. Solo eslogan Por otro lado, el termalismo que tanto llama la atención a los visitantes que se deciden por Ourense, denominada la capital termal de la Comunidad, ofrece en estos momentos poco menos que un erial. “Un baño en As Burgas podría ser el broche perfecto para finalizar la jornada”, aconseja el portal oficial turístico de Ourense, obviando que la piscina del corazón de la ciudad lleva cerrada desde marzo de 2020, algo que se prolongará un año más. En las orillas del Miño, un puñado de pozas en funcionamiento con un horario limitado en Burga de Canedo y Outariz son el único recurso gratuito a disposición de los turistas, que también pueden disfrutar del recinto privado de Outariz. En A Chavasqueira, mientras, sigue sin fraguarse la reconstrucción del otro complejo de pago, calcinado por un incendio hace casi tres años y medio. Eso sí, aquellos deseosos de llegar en transporte público a la zona tendrán que tener suerte, ya que el tren termal que parte de Praza Maior, otro de los reclamos que se promocionan, sufre averías periódicas por la antigüedad de la flota. Monumentos El Puente Romano es una de las paradas de este vehículo. Monumento emblemático y de obligada visita, las obras en la parte de Os Remedios han conseguido realzarlo, pero en la otra orilla la estampa es muy diferente, con una acera precintada hace cuatro años por riesgo de derrumbe y que supone que los turistas se lleven en sus fotos una valla metálica que ya es parte del paisaje. Otra punto imperdible en una visita a Ourense es su Catedral, que pese a no defraudar sí se ve condicionada este verano por el retraso en las obras de puesta en valor del templo, que obliga a mantener por ejemplo un andamio con tela que impide disfrutar en plenitud de la fachada a la plaza de San Martiño. El paseo por el Casco Vello no defrauda, pero también tiene lunares, especialmente en su zona sur, entre Praza Maior y el Posío, un ámbito degradado y abandonado al que no llegan los estímulos necesarios para su revitalización. Un corazón en parada No falla, al menos por ahora, la fuente de As Burgas como punto de obligada visita para certificar la elevada temperatura del agua que brota del manantial. El problema llega al mirar hacia abajo, donde el solar concebido para una instalación hotelera termal es presa de la maleza y del abandono, sin poder disfrutar tampoco del edificio noble de la Plaza de Abastos, en una reforma que se eterniza y que ha provocado que los placeros lleven ya cuatro años vendiendo en la Alameda. El recinto provisional sigue siendo, con todo, un recurso con un imán para los visitantes, que también suelen salir encantados del recorrido por la zona histórica para degustar la gastronomía local o recorrer los rincones del Casco Vello. Brillo que intenta hacerse hueco entre demasiadas sombras que urgen una solución.