¿Y los presupuestos de Ourense para cuándo?

Pleno municipal
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El ejemplo claro de la parálisis de la ciudad de Ourense en los últimos años es la aprobación de solo dos presupuestos en una década. Si los grupos no lo remedian y no hay un pacto para garantizar mayorías, los próximos cuatro años perfilan un escenario parecido

Si hay un símbolo de las consecuencias de la inestabilidad para el Concello de Ourense, la falta de presupuestos municipales actualizados es, sin duda, la joya de la corona. En los últimos 10 ejercicios presupuestarios, solo se aprobaron dos presupuestos: el de 2014, que se consiguió a solo 47 días de acabar ese año, y el de 2020, con el bipartito entre DO y PP todavía activo. El resto de ejercicios han funcionado a golpe de cuentas prorrogadas y engorrosas modificaciones de crédito. La ausencia de una mayoría estable -si no hay acuerdo entre PP, PSOE y BNG, descartado Jácome en la ecuación- embarca a la ciudad hacia un nuevo mandato sin presupuestos -Jácome solo aprobó uno-, aunque podría sortearlo su ausencia de mayorías mediante quiebros como la utilización de la cuestión de confianza, con las complicaciones inherentes a esa fórmula de gestión. 

¿Puede Ourense permitirse seguir funcionando a golpe de presupuestos prorrogados, sin actualizar, y jugarse todo, desde las ayudas sociales a las obras clave a acuerdos entre los grupos para aprobar modificaciones de crédito? La situación es grave. Las subvenciones nominales, por ejemplo las que se entregan a entidades sociales, no se prorrogan automáticamente y habría que realizar modificaciones de crédito: Cáritas, Cruz Roja, Banco de Alimentos... Tampoco está actualizada la Relación de Puestos de Trabajo, otro de los deberes que tiene el próximo gobierno local, ya que los empleados públicos urgen esa RPT, y también los técnicos, que advierten del descontrolado gasto en personal, que se sufraga tomando partidas de otras áreas ajenas a Recursos Humanos. De hecho, la semana pasada CCOO exigía negociar cuanto antes una nueva RPT, ante la “obsolescencia” de la actual. La falta de presupuestos en tiempo y forma pone en riesgo las inversiones, que no se pueden prorrogar de un ejercicio a otro salvo en casos plurianuales, y cuyas partidas tendrán también que pasar sí o sí por el pleno para poder disponer del dinero.

Además, y como ha sucedido de forma constante este mandato, no se pueden atender gastos no previstos y para incorporar remanente de tesorería hay que esperar a la liquidación del ejercicio anterior, que suele demorarse en la ciudad, hasta el punto de que este año 2023 todavía no se ha cerrado definitivamente el ejercicio anterior.

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