Otras siete fueron retenidas y agredidas físicamente en ese tiempo, según las Fuerzas de Seguridad

Cuatro prostitutas fallecieron a manos de sus clientes en los últimos cinco años, en Ourense

Guardias Civiles rescatan el cuerpo de María de Socorro Dasilva del río Avia. (Foto: Miguel Ángel)
La muerte de la mujer brasileña María Socorro Dasilva, de 26 años, pone de manifiesto que la prostitución en Ourense es un oficio de alto riesgo. La joven eleva a cuatro la lista de prostitutas fallecidas a manos de sus clientes en los últimos cinco años. A ellas hay que sumarle otras siete que fueron retenidas, violadas y agredidas físicamente, según las fuerzas de seguridad, que estiman que 3.000 mujeres ejercen la prostitución en la provincia y la mitad se vio envuelta en alguna ocasión en situaciones conflictivas.
La prostitución femenina aumentó considerablemente en los últimos años en la provincia, según los datos que manejan la Policía Nacional y Guardia Civil.

En la actualidad, unas 3.000 mujeres buscan clientes en bares de alterne, pisos y en la calle. Pero su profesión, pese a ser la más vieja del mundo, no es todo dinero ‘fácil’. Esta semana quedó demostrado con el hallazgo del cadáver de la joven brasileña María Socorro Dasilva en el embalse de Cabanelas, en el cauce del río Avia, y la detención de su agresor, Ramón Fernández, de 48 años, con domicilio en Riobóo (Cenlle) uno de sus mejores clientes y con el que previamente había concertado una cita.

La muerte de esta joven, que llevaba poco más de un mes ejerciendo la prostitución en un piso de la ciudad, eleva a cuatro el número de mujeres fallecidas a manos de sus clientes. A ellas, según los datos que manejan las fuerzas de seguridad, hay que sumarle otras siete, en el mismo período, que fueron retenidas contra su voluntad, violadas y golpeadas después o durante un contacto sexual con un cliente. ‘Es un oficio muy inseguro porque no saben qué intenciones tiene la persona que contrata sus servicios’, explican en la Comisaría.

Mujer calcinada

La primera de la lista en estos cinco años fue Marina Bóo, hallada calcinada el 17 de mayo del 2004 detrás de la antigua cárcel de la rúa Progreso.

La lista aumentaba el 19 de septiembre del 2007, cuando era encontrado el cadáver de María del Pilar Palacios en la cuadra de una casa de Sober (Lugo). La mujer trabajaba de camarera en el bar de alterne Tosca y se citó con un cliente, que no la dejó regresar a su domicilio. La familia denunció su desparición y 10 días más tarde, la Guardia Civil encontraba su cadáver, que presentaba fuertes golpes en el cráneo.

Además, otra mujer falleció el 21 de noviembre del 2005 y fue hallada muerta en una cuneta de una carretera de Maside. Era Aurora Cunha, que falleció estrangulada sobre las siete de la madrugada a manos de un cliente.

La misma situación se repetía esta semana, con la salvedad de que el agresor arrojó su cuerpo al río Avia. ‘No tenemos protección. La Policía sólo se preocupa cuando hay un asesinato o desaparición. Al resto de problemas apenas les hacen caso por muchas denuncias que presentes’, explica Marisa P.L.

Esta mujer ejerce la prostitución desde hace 10 años en la Rúa Doctor Fléming. ‘Durante estos años he visto de todo. Nada más mirar la cara de un cliente ya sé qué intenciones trae’, asegura. En su bolso, junto con las llaves, tabaco y perfume, hay un aerosol y objetos de defensa personal. ‘Cuando estamos en la calle y detectamos un cliente sospechosos pronto corremos la voz para que ninguna se vaya con él’, afirma.

Para la concejala de Igualdade en la ciudad, Marta Arribas, ‘la prostitución no es agradable y hay hombres que al contratar los servicios de una mujer piensan que lo compran todo’, aseguró condenando la muerte de las cuatro mujeres. ‘La última llevaba muy poco tiempo ejerciendo’, añadió.

Desprotegidas en la calle

La mayoría de las prostitutas, sobre todo las que ejercen en la calle o se citan con clientes por teléfono, se encuentran sin protección alguna. La situación cambia si se trata de bares alterne, donde las mujeres ofertan sus servicios sin salir a la calle ni exponerse al ataque de desconocidos. Algunos de los locales incluso disponen guardias de seguridad para solventar todos los problemas. ‘En un bar trabajas más segura pero ganas menos’, explica una prostituta del barrio ‘chino’, Jennifer G.F.



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