ARQUITECTURA

Proyectos ourensanos para el ‘Nobel' de arquitectura

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photo_camera Pasarela del campus del Instituto de Ciencia y Tecnología en Austria, uno de los proyectos en los que trabaja Borja Fernández en RCR.

El valdeorrés Borja Fernández trabaja en el estudio RCR, que acaba de recibir el premio Pritzker

 

"El respeto por lo existente y la convivencia entre lo local y lo universal" es el argumentario en el que se apoyó el jurado del Pritzker para otorgar el galardón de este año a los estudios catalanes de arquitectura RCR. Sus tres responsables, Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta se unían así el miércoles a Rafael Moneo en la exclusiva lista de españoles merecedores de los conocidos como los Nobel de la arquitectura. Y en su equipo de trabajo, un ourensano. Borja Fernández (O Barco de Valdeorras, 1983), es uno de los tres jefes de proyecto del estudio, con sede en la localidad gerundense de Olot. Lleva trabajando allí cinco años. "Es el sueño de cualquier arquitecto", confiesa. 

Siempre tuvo clara su vocación. "De niño hacía cabañas en el monte". Con potentes vínculos a su tierra geográfica y afectiva–"Soy la persona que soy gracias a mis padres, mi hermana y mis abuelos"–, estudió arquitectura en A Coruña. Se fue de Erasmus a Suiza. Una experiencia que lo marcó. "Descubrí que había muchas más cosas de las que había imaginado. Es vital que la gente viaje, viva y aprenda otras culturas". Después, trabajó en año y medio en Lisboa. Buscando experiencias. "En dos años llegué a vivir en siete sitios diferentes. No hay que tener miedo a nada. Es bueno quedarse y bueno salir. Puedes llegar tan lejos estando en O Barco como en Londres". Sus jefes decidieron quedarse en una localidad de 34.000 habitantes. "Se lo han currado desde Olot y han llegado al máximo nivel", destaca el valdeorrés. 

"Poderosa búsqueda de la universidad desde el cuidado de las raíces", piropean a RCR desde el Pritzker. El estudio ha elaborado proyectos en todo el mundo. Siempre conectados con el paisaje.Enclaves naturales como el del Malecón de O Barco, donde Borja Fernández jugaba de pequeño con sus amigos. "Me habría gustado hacer algo ahí. Tiene un valor natural brutal y se le podría sacar más partido".  De momento, él está inmerso en proyectos en  Dubai, una pasarela del campus del Instituto de Ciencia y Tecnología en ST Campus en Austria y el Parque de la Sagrera en Barcelona.  Trabajos en equipo. "La creatividad compartida. Que todo el mundo esté implicado". Esa forma de entender el trabajo ha conducido a que el Pritzker lleve el nombre, por primera vez, de tres personas.

"La cuestión no es hacer nuestra arquitectura, sino dar respuestas a lo que vemos. Es fundamental conectar nuestro trabajo con lo humano", refuerza el ourensano, que observa la arquitectura como "una experiencia para ser vivida". Y ahí, en ese universo, siempre estarán las raíces. Las de Borja Fernández, de Valdeorras, le han guiado por el mundo. n

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