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“¡No puede ser, no estás muerta!', dijo mi marido al despertarse"

Joao Oliveira, con muletas, a su llegada a la Audiencia de Ourense (MIGUEL ÁNGEL)
photo_camera Joao Oliveira, con muletas, a su llegada a la Audiencia de Ourense (MIGUEL ÁNGEL)
Joao Oliveira, acusado de querer matar a su esposa con una sartén, asegura que ella miente

Joao Oliveira Alves, acusado de intentar a asesinar a su exmujer a sartenazos, se presentó en el juicio como víctima de una grave enfermedad degenerativa -esclerosis múltiple- y de las mentiras, según dijo, de la mujer con la que llevaba casado desde hacía más de dos décadas cuando ocurrieron los hechos que lo sentaron en el banquillo de la Audiencia provincial de Ourense. 

Negó la agresión, atribuyendo la fractura de la nariz y demás politraumatismos en la cabeza a un resbalón -o un mareo "a consecuencia de la medicación para el corazón" o "dos cervezas"- que no presenció porque estaba en la cama por culpa de los fuertes dolores que padece. Más aún, se presentó como un buen marido que la intentó levantar del suelo y la llevó al hospital cuando la vio tirada en el suelo. "Me quedé sin sangre al verla en el suelo", aseguró.

Pero la versión de G.L.M. es otra. Solo coincide en un punto con la del procesado: estaban en una casa que acaba de comprar su marido en Castrelo do Val -ambos residían en Fafe (Portugal)- pasando la Navidad.

La víctima con todo lujo de detalles, acompañados de una gestualidad muy explícita, relató cómo, según su testimonio, Joao Oliveira intentó matarla.  En su matrimonio -añadió- hubo otros episodios violentos en los que se refugiaba en la casa de su hijo y, cuando pasaba la tormenta, regresaba al hogar conyugal.

La última paliza -asegura- estuvo acompañada de dos episodios clave: preparaba una sopa de noche, porque no había ingerido alimentos desde el desayuno -se disgustó cuando su marido le tiró el tazón de café cuando se lo llevó a la cama y la insultó- y "se acercó por detrás y golpeó la cara contra la encimera de la cocina". A continuación, según esa versión, la tiró al suelo, la inmobilizó y abrió el horno para coger una sartén y golpearla "seis o siete veces". "Me dio hasta que se cansó y quedé como muerta", relató G.L.M.  Mientras ella sangraba, su marido se metió en la cama, confesó al tribunal y escondió las llaves debajo de la almohada. Ella se acostó a su lado y solo le rogó que no apagase la luz: "Creía que iba a morir y quería tener la luz encendida, pero me dijo que no".

A la mañana siguiente, la denunciante sostiene que su marido se contrarió cuando no la vio muerta y ella abrió los ojos tras cerrárselos él como los dedos: "¡No puede ser, con la sangre que hay aquí y no estás muerta!". Y accedió a llevarla al Hospital de Verín cuando se lo rogó bajo una promesa de borrón y cuenta nueva -"le dije que aún podíamos ser felices"- y se comprometió a decir a los médicos que  había caído al suelo .

El inculpado se enfrenta a una petición de 10 años de cárcel por tentativa de asesinato pero la acusación particular lo eleva a 13 por tentativa de asesinato. 

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