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ASÍ ENTRA EN LOS HOGARES
El radón es la segunda causa de cáncer de pulmón en España, solo superada por el tabaquismo, y se atribuye a más de 2.000 muertes anuales en el país, todas relacionadas con la exposición prolongada a este gas, según la Organización Mundial de la Salud. Se encuentra distribuido por todo el territorio, aunque su concentración es alta el territorio gallego y especialmente en Ourense, donde el 23,15% de las viviendas están expuestas a este gas, siendo la ciudad con más afectación.
El gas radón no tiene ni color, ni olor, ni sabor y solo se detecta si se busca de forma específica. Se acumula en espacios cerrados, como viviendas, lugares de trabajo y escuelas, especialmente en sótanos y plantas bajas. Este gas se produce de forma natural, por la desintegración del uranio presente en el suelo. Una vez se genera, el radón pasa fácilmente al aire y al agua. Se trata de un gas noble, radiactivo, inodoro, insípido e incoloro, que se origina de forma natural por la desintegración del uranio presente en la naturaleza. Es especialmente abundante en rocas graníticas.
Las edificaciones con sótano tienden a tener concentraciones más altas de gas radón, ya que este puede penetrar no solo por el suelo de la edificación, sino por las paredes del sótano y de ahí expandirse por el resto de la edificación. “En algunas regiones de España, donde los niveles de radón son especialmente elevados, se vuelve crucial contar con medidas efectivas de protección”, explica Chus Barroso, CEO de BMI Iberia.
Dichas medidas dependerán del tipo de edificio, de su construcción y del uso que se les dé. En este sentido se recomienda despresurizar el espacio entre el suelo del edificio y el terreno para reducir la entrada de radón, una ventilación forzada del edificio (especialmente bodegas, sótanos y garajes), la instalación de rquetas de ventilación, ventanas o sistemas de climatización (no recirculantes) o recubrir los elementos (suelo y/o paredes) que presenten una emisión de radón elevada con membranas antirradón para así reducir la acumulación del gas en el interior del edificio.
La mejor opción para saber si se está expuesto a los máximos niveles de este gas es la instalación de detectores específicos, algo que la población opta cada vez más. “Cada vez recibimos más llamadas de instaladores que quieren emplear estos sistemas, porque la gente es cada vez más consciente del problema”, explica Barroso. Para tener un registro óptimo para su análisis, debe medirse el nivel durante un mínimo de tres meses.
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