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CABALGATA DE REYES
Amenazaba el diluvio universal sobre la Cabalgata de Reyes después de la gran cantidad de agua caída a lo largo de toda la jornada dominical. Pero, como no podía ser de otra manera, Melchor, Gaspar y Baltasar recurrieron a la magia y la lluvia respeto su desfile por las calles de Ourense.
Aunque el peligro de precipitación, hizo cambiar la tradición, y sus majestades no partieron desde la estación intermodal, sino que lo hicieron desde el Pabellón de Os Remedios. Salieron con un pelín de retraso, quien sabe si los trenes Avril que los trajeron a la ciudad tuvieron la culpa, o simplemente que un mago nunca llega tarde ni pronto; llega exactamente cuando se lo propone.
La Policía Local abrió el paso de la comitiva y despertó la ilusión de los más pequeños que se concentraban en las calles del centro para ver a los Reyes Magos. Tras ellos, llegaron los cabezudos escoltando a los efectivos del cuerpo de bomberos, quienes abrieron la veda con el lanzamiento de caramelos.
La fiesta no se paró. A las fuerzas y cuerpos de seguridad le sucedieron varios grupos de hinchables. Gnomos, grullas, renos, un elefante rosa… la fauna era diversa. Algunos eran de difícil descripción y dudosa belleza, pero por lo menos se movían bien al son de la música que ponían las sucesivas charangas. Entre el público había quien se preguntaba si aquello era Entroido o la Cabalgata de los Reyes Magos, y es que hasta la llegada de sus Majestades, la comparativa entre desfiles no distaba mucho.
Uno de los grupos más aclamados fue el que realizaba danzas africanas, que hizo vibrar al respetable con sus coreografías y acrobacias. Pero los niños se seguían preguntando por los Reyes Magos, que se hicieron de rogar, aunque aparecieron. Lo hicieron tras el paso de sus pajes que portaban los planetas del sistema solar. Si la historia cuenta que sus majestades llegaron a Belén siguiendo una estrella, a la ciudad de As Burgas lo hicieron siguiendo a Venus, Saturno y Júpiter… porque sí.
Melchor, Gaspar y Baltasar pasearon entre vítores y aplausos a lomos de sus dromedarios. Algún rezagado aprovechó para realizar alguna petición de última hora a los Magos y entregarle en mano las últimas cartas. Mientras sus pajes lanzaban caramelos desde la carroza, algunos con mejor puntería que otros.
La comitiva real fue escasa y compartida. Los Magos de Oriente no son ajenos al elevado coste de la vida y parece que también les ha tocado ajustarse el cinturón, tanto en el personal como en el reparto de caramelos.
La música navideña no faltó para poner fin a un desfile que amenazaba con verse opacado por la lluvia y terminó quedando descafeinado por su contenido, muy vistoso y animado, pero escaso en argumentos y participantes.
Los dones sobrenaturales de los Reyes Magos les permitieron rendir visita también a Pereiro de Aguiar. La sala multiusos dos Gozos los acogió con los brazos abiertos y recibieron los últimos encargos de los pequeños del municipio.
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