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En la explanada de acceso al centro comercial de la ciudad la tensión se corta con un cuchillo. La llamada “ley rider” que obliga a las plataformas digitales de reparto a domicilio a contratar a sus trabajadores -hasta ahora eran autónomos- siembra el caos en la “base” desde la que salen a diario con sus motos un centenar de repartidores. “Nos quedamos todos en la calle”.
El grupo que se presenta a la entrevista no exagera: la norma aprobada por el Gobierno y que entró ayer en vigor deja fuera de juego al 80% de los currantes de la ciudad. Uno de ellos muestra el correo electrónico en el que se le notifica su despido: “Tu cuenta se ha desactivado, desde hoy no recibirás más peticiones de reparto”. Otro enseña la aplicación digital a través de la que gestionan los servicios: “De 130 que somos en Ourense, aparecen 30 contratados”. Plataformas como Ubereats -utilizada por la mayoría de los ourensanos junto a Glovo- han optado por llamar sólo a repartidores subcontratados a través de empresas de trabajo temporal. Pero la oferta, como muestran los afectados, sólo ha llegado a unos pocos. Muy pocos. “El fin de semana se viene lo peor. ¿Cómo van a repartir 30 personas los pedidos de toda la ciudad? Éramos más de 100 y 30 ya son los pedidos que hacíamos de media al día”.
El suelo empedrado de Ourense y la lluvia jugaron una mala pasada a Andrés Trujillo, colombiano llegado a Ourense hace dos años y que encontró en el reparto su principal fuente de ingresos. Todavía se recupera de las lesiones que le dejaron una caída de la moto hace meses. “Tuve un accidente y la plataforma me dio de baja. Llevaba poco tiempo trabajando”. Se cuentan con un dedo los repartidores que no han sufrido caídas y, en muchos casos, con consecuencias laborales fatales. Trujillo denunció a la empresa. Sigue en trámites legales.
“Estamos preocupados y con una incertidumbre muy grande. Nos anunciaron que no podemos seguir trabajando. Lo que habíamos pronosticado se cumple. Obligaron a las empresas a contratarnos pero al final no ha sido así. El 80% de los de Ourense nos quedamos en la calle”, dice Daniel Núñez, uno de los portavoces de los riders. “Nuestra preocupación ahora es qué hacemos para llevar el pan a casa. Los gastos vienen igual y nos quedamos sin nuestra principal fuente de ingresos”, explican. “La incertidumbre es total, no sabemos qué va a pasar con nosotros, pero sólo unos pocos han sido contratados”, inciden.
Una de las pocas mujeres que trabaja de repartidora llega con la misma situación a la explanada. No ha recibido mensaje de la empresa temporal que está subcontratando a los trabajadores: “Sigo esperando”, dice cabreada y desesperanzada. El debate es tenso. “Se está generando muchísima más competitividad entre nosotros. Ahora contratan a unos y a otros no. Yo tengo pedidos con un restaurante pero sé que mañana otro puede presentarse en el local con una oferta mejor y prescinden de mí. Esto es así”, explica uno. De reojo, observan a los pocos contratados: “Son nuevos. Lo respeto, pero deberían proteger también a los que ya estábamos”.
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