Reportaje

El rural confía en consolidar el alza de población lograda en la pandemia

Ambiente en una terraza de Carballiño durante la última Festa do Pulpo. (Foto: Yerai Diéguez)
photo_camera Ambiente en una terraza de Carballiño durante la última Festa do Pulpo. (Foto: Yerai Diéguez)
Los concellos intensifican las campañas para engordar sus padrones entre los vecinos que "escapan" de núcleos urbanos

"No hay mal que por bien no venga". Es el pensamiento que impera en los alcaldes del rural ourensano que ven como durante los últimos meses, con especial intensidad en verano, se ha producido un goteo de nuevos vecinos en los concellos de la provincia que han contribuido a dar vida a zonas que languidecían por la dura crisis demográfica contra la que lucha Ourense desde hace tiempo.

Con prudencia y a la espera de comprobar la evolución en los próximos meses, los municipios ourensanos confían en prolongar en el tiempo el alza de población que se percibe ya en la mayoría de consistorios, con los funcionarios encargados del padrón registrando nuevas inscripciones, mientras en paralelo también se nota un incremento de la actividad inmobiliaria o trabajos en viviendas que hasta ahora permanecían cerradas o abandonadas para ponerlas a punto y que puedan ser habitadas.

"Seguimos medrando, a día de hoxe temos xa 14.417 habitantes e pobos que se enchen, o que non sei é se será unha moda pero temos o desafío de convencer a toda a xente para que poida quedar", expone el alcalde de Carballiño, Francisco Fumega, que ha consolidado a la villa como el segundo concello de mayor tamaño de la provincia, alejándose de Verín y O Barco, donde el movimiento de personas no es tan acentuado. "Notamos algo pero no sé hasta qué punto, sí vemos que ha venido muchísima gente a pasar las vacaciones y puede ser una oportunidad", afirma el barquense Alfredo García.

Área metropolitana

Con unos planes de mandato truncados por la crisis del coronavirus, la mayoría de alcaldes ven en la fijación de población un claro desafío para los próximos años, con varios concellos en los que se ha activado una estrategia para incentivar a los vecinos a pasar por la casa consistorial y empadronarse. El inicio del curso en septiembre será clave para ver cómo transcurren los acontecimientos.

"Temos xa deseñada unha campaña que agora retomaremos, temos un estudio que fala de que son preto de 10.000 persoas as que teñen relación co Concello, pero temos uns 6.500 empadronados", explica el regidor de Pereiro de Aguiar, Luis Menor, satisfecho sin embargo "coas boas cifras dos últimos tempos", con más de un centenar de vecinos ganados este año. Menor recuerda que echar raíces en Pereiro "permite disfrutar de servizos para a infancia gratuítos, descontos nos clubes deportivos, unha fiscalidade adecuada ou unha ampla oferta cultural".

Es el cinturón de la ciudad de Ourense el que tiene muchas esperanzas de seguir engordando su registro de habitantes, con una capital que en los últimos años ve como no se detiene la tendencia a la baja. Uno de los principales receptores es Barbadás, que rozaba a principios de año los 11.300 vecinos y cuyo alcalde, Xosé Carlos Valcárcel, es optimista "porque se están a facer novas urbanizacións, polo que hai vida e sobre todo futuro".

También San Cibrao das Viñas se está consolidando en los últimos años, cerca ya de los 5.500 habitantes, tratando de acercarse a villas como Allariz, que también demuestra que goza de muy buena salud al haber sumado los últimos meses más de 150 vecinos.

Balón de oxígeno

La crisis demográfica ha puesto sobreaviso a muchos concellos que ven como la pérdida de población les ha llevado a perder financiación y ver menguadas sus corporaciones municipales. Es el caso, por ejemplo, de Xinzo, que cayó por debajo de la barrera de 10.000 habitantes y que tras tres años con descenso en su padrón ve como ahora se ha experimentado un pequeño repunte desde los 9.715 a los 9.804 vecinos. "A ver se podemos confirmar a tendencia, faremos o posible por que así sexa. Creo que hai oportunidades de que moita xente que está vindo quede definitivamente, vese actividade nas inmobiliarias, traballos de calefacción, fontanería. Din que están desbordados de traballo", señala la alcaldesa de Xinzo, Elvira Lama.

En un escalón inferior está Ribadavia, con la amenaza de caer por debajo de los 5.000 vecinos, algo que preocupa a su regidor, César Fernández. "É difícil pero é unha prioridade que non haxa esa baixada. Debemos deixar claro que virse a vivir a vilas como Ribadavia é ir a lugares seguros", sostiene.

También en Trives están al límite de la barrera de los 2.000 vecinos, pero la villa parece haber recobrado vida los últimos meses. "Durante el confinamiento dimos bastantes altas y sigue habiendo, se nota que hay más consumo y más vida, me recuerda a hace años", destaca la alcaldesa, Patricia Domínguez, que reclama el empujón que supondría para la comarca la construcción de infraestructuras.

Oportunidad

También en Maceda están contentos. "Subimos 74 personas", señala el alcalde, Rubén Quintas, que pese a matizar que "hay gente que lo hizo por miedo a otro confinamiento, no deja de ser una oportunidad". Quintas destaca también que con el teletrabajo consolidándose, "el rural puede ofrecer una calidad de vida mayor".

Las buenas sensaciones son compartidas por alcaldes como los de Taboadela, San Cristovo de Cea o A Merca. "Notamos mayor afluencia y que muchos pueden quedar", dice José Manuel Garrido, de A Merca. Mientras, José Luis Valladares, de Cea, confirma que "vese máis movemento, con pobos máis cheos". Álvaro Vila, de Taboadela, confirma "que notamos presión para alquilar viviendas", avanzando que un objetivo será promover la rehabilitación.

Una de cal y otra de arena hay en la comarca de Monterrei. En Castrelo do Val, a las puertas del millar de habitantes, ven "como nas zonas de montaña a poboación cae, pero non no resto". También hay estabilidad en A Mezquita, confiando en no perder población. 

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