Mansour Wade, de 46 años, vive en la ciudad de As Burgas desde hace 17 y trabaja en una panadería en Allariz, pero nunca se desentendió de la realidad política de su país. No puede por dos motivos: en él vive un espíritu activista desde joven -que lo mantuvo siempre alerta de los cambios sociales- y conserva parte de sus familiares y amigos en su país de origen.
El domingo vendrán a la ciudad compatriotas afincados en toda Galicia, que se unirán a los locales, para manifestarse. Lo harán en la Plaza Mayor a las 17,00 horas. El motivo, relata Wade, uno de los convocantes, es pedir la libertad de Ousmane Sonko, el líder de la oposición de su país, que fue encarcelado este verano, a pocos meses de las elecciones presidenciales fijadas para febrero del próximo año.
Se le acusa de “llamar a la insurrección” y de crear un complot contra el Estado. Hace unos meses fue condenado por un caso de corrupción de menores, que Sonko aseguró estar basado en pruebas falsas. Así, a juicio de estos emigrados, se pone en peligro la que un día fue “un ejemplo de democracia” en África. “Actualmente, la que hay es solo burocrática. Desde que llegó el presidente Macky Sall en 2012, se comenzó a perseguir a todo opositor”, señala Wade. “Somos muchos los que creemos en Sonko, pero lo dejaron fuera de juego pese a que judicialmente no se le pudo encontrar ninguna corruptela”, explica.
Las manifestaciones para pedir su libertad se replican a nivel internacional. Miles de personas salieron a la calle en París y Nueva York la semana pasada para tratar de agitar a los gobiernos occidentales. En Senegal, las movilizaciones son más frecuentes, y se contabilizan una decena de muertos a manos de la Policía. “Nos preocupa la indiferencia de la opinión europea. La ONU no interviene y desde los gobiernos se muestran indiferentes”, critica el activista.
Mansour afirma que sus compatriotas no quieren emigrar, pero que son muchos “los que optan por subirse a un cayuco, arriesgándose a perder la vida, antes que quedarse y ver como mueren sus padres sin poder hacer nada para evitarlo”. “La mala gestión de la riqueza hace que no se pueda seguir en Senegal. La tasa de paro en mi país alcanza el 80%”, asegura. Para él, la manifestación que realizarán tiene mucho que ver con las muertes en el Mediterráneo. “Es causa-efecto, si el panorama mejorase en Senegal los jóvenes no tendrían que marchar”, indica.
Senegaleses en Ourense
La provincia de Ourense cuenta oficialmente con 333 ciudadanos senegaleses, un 54% más que hace una década. La gran mayoría, 293 residen en la ciudad y su comarca, mientras que los restantes se reparten entre O Ribeiro, Carballiño, Celanova y Valdeorras. Son la décima nacionalidad más presente en la ciudad y la segunda procedente de África, por detrás de los marroquíes, que en 2022 fueron 921.
Mansour explica que Coren es una de las empresas que da trabajo a la mayor parte de la comunidad. En su caso, junto a otros dos compañeros, trabaja en una panadería de Allariz. Además, en su tiempo libre, trata de ayudar a los que llegan, sobre todo en materia de traducción, dado que algunos emigrantes vienen -como en su día fue su caso- sin conocer el idioma.
Él llego a Ourense tras pasar por Madrid y A Coruña, dos ciudades más hostiles para el emigrante, desde su punto de vista. Una gran parte de esta comunidad habita en A Carballeira, donde tienen un centro cultural. Ahora, esperan recuperar parte de la actividad de integración prepandemia, como intercambios de música tradicional como el que organizaban con Queixumes dos Pinos.
