De souvenir: una piedra pintada
Se espera que el AVE traiga más turistas a Ourense. Nada más bajarse del tren y caminar durante 30 minutos, se darán cuenta de un elemento presente en toda la ciudad: las pintadas, que invaden todos los espacios icónicos de la ciudad como el Puente Romano o As Burgas.
Sábado, 12,15 horas. Un turista se baja del primer AVE procedente de Madrid con la intención de pasar un fin de semana visitando la ciudad. Nada más apearse y poner un pie fuera de la estación se encontrará con un pequeño adelanto de lo que le espera: pintadas allá donde mire. Si decide mirar a la derecha se encontrará un viejo quiosco, todo pintarrajeado en diferentes colores y abandonado por los servicios municipales, que no hacen nada por remediarlo. Si lleva su mirada a la izquierda, se encontrará con una marquesina que ha corrido la misma suerte que el quiosco. En el centro, la vieja locomotora, insignia del barrio de A Ponte, que continúa en un estado lamentable, y eso que el alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, se comprometió en febrero de 2021 que estaría arreglada antes de verano. Cierto es que no especificó de qué verano hablaba.
El turista baja por Xesús Pousa y encara otro emblema ourensano, el Puente del Milenio. Mientras pasa por él, puede seguir viendo pintadas en las barandillas, tanto las que están a la altura de la calzada como en las de las escaleras. Y los manchones no se quedan ahí, ya que, una vez del otro lado del Miño, en la parte baja del puente, se encontrará con una curiosa pintada que avisa sobre los peligros de consumir drogas: “No seas un borrego. Drogas=Control”.
En su recorrido por la ciudad, este turista pasea por la zona de Os Remedios hasta llegar al tercer icono de Ourense: el Puente Romano. No hace falta caminar mucho para ver las primeras pintadas, que inundan lo que algún día fue una oficina de atención al turista. Pero eso no es lo más sangrante, ya que ni una joya arquitectónica construida en tiempos de los romanos ha podido escapar a los vándalos, incapaces de apreciar su valor histórico y artístico.
El itinerario lleva ahora al turista por la calle Progreso y en escasa media hora llegará al tercer emblema de la ciudad: la fuente termal de As Burgas. Se aliviará al ver que una de las fuentes más importantes de toda España aún resiste a la invasión del espray, aunque no todo su entorno. Allí se encontrará un mapa de la ciudad y un cartel explicativo sobre la fuente termal, aunque no podrá leerla al estar emborronada.
Saliendo de As Burgas, se adentrará en el Casco Vello, donde observará la máxima expresión del vandalismo en cada muro y cada puerta de la zona histórica. Ni la Catedral de San Martiño ha podido esquivar esta lacra, ya que son varias las partes de imponente templo de estilo gótico que están pintarrajeados. Así, el turista entrará en una tienda de recuerdos y, al pensar en algún souvenir típico de la ciudad, en lo primero que pensará es en llevarse una piedra con mucha historia pero impregnada de espray.
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